El año 1614, nueve después de aparecer la Primera Parte del Quijote cervantino y un año antes que saliese a la luz la Segunda (1615), un novelista hasta hoy desconocido, publicó un segundo Tomo del Ingenioso Hidalgo Don Quixote de la Mancha. Sobre este libro en cuanto a méritos, decía Menéndez y Pelayo, encontrar ingeniosa esa fábula y a la vez concordante con las novelas que produjo el siglo XVII. Su lectura nos traslada, pues, entre fuerzas trágicas y curioso artificio, a la época citada y nos permite investigar muchos ámbitos de aquel entonces, incluido el gastronómico.
Una olla de mondongo en el Quijote apócrifo
Su lectura nos permite investigar muchos ámbitos de aquel entonces, incluido el gastronómico
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Muy buena pinta