Hace unos diez años fui a un restaurante nuevo en el centro de Palma donde pasé una velada desastrosa, principalmente por culpa del jefe de sala que parecía más bien un camarero novato. En un comedor inmenso, las mesas estaban tan cerca las unas a las otras que era como si tres parejas desconocidas estuviéramos comiendo juntas. Y éramos los únicos comensales en aquel momento, en un restaurante que presumía de ser de altos vuelos. Una pareja alemana mayor, muy señores desde su elegante ropa de marca hasta sus modales nobles, estaban disfrutando de una bandeja de jamón ibérico de pata negra, cuando el maître se acercó con sus platos principales, un solomillo de ternera y un lenguado. No había ni un espacio libre donde poner esos dos platos. El alemán, totalmente tranquilo y cortés, dijo en un inglés exquisito, que seguirían con el jamón, que no comerían el solomillo ni el lenguado, pero que pagarían ambos. Y pidió la cuenta. Nos dijo que habían cenado ahí la noche anterior y habían comido de maravilla. Por norma, nunca van al mismo restaurante dos veces seguidas porque con la segunda visita hay un riesgo de no dar en la diana… precisamente lo que pasó aquella noche.
Panorama gastronómico
La importancia de una segunda visita
El Café Estribor está en la calle Berenguer de Tornamira 5, detrás de El Corte Inglés en Jaime III
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