A la derecha, Mateo Verd en el banquillo de los acusados. | Alejandro Sepúlveda

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Mateo Antonio Verd Vallespir, de 69 años, estudió medicina en Barcelona. Luego continuó con la especialidad de forense en Madrid y cuando volvió a Palma, en los años ochenta, todo apuntaba a que tendría una carrera meteórica. Había nacido en Uruguay, en el seno de una conocida familia mallorquina, pero un desgraciado suceso hizo que sus padres regresaran a la Isla.

Cuentan que siempre quiso ser doctor y cuando comenzó a ejercer en la capital balear destacó por sus profundos conocimientos médicos y llevó algunos casos sonados de la época, como un crimen de principio de los años noventa en la Platja de Palma. Una discusión por un perro entre dos varones se saldó con una pelea que acabó en un homicidio.

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Sin embargo, el examen forense descartó esa tipología, lo que provocó una importante polémica. Mateo, después, dejó de ejercer como forense y trabajó de anestesista, otra de sus especialidades. Quería ser empresario y adquirió el Centro Policlínico Quirúrgico en la calle 31 de Diciembre, donde se practicaban intervenciones de cirugía estética, que son las más rentables. Una paciente llamada Fátima Cherkaoui, de 45 años, se sometió a una liposucción en la mañana del 6 de marzo de 2017, pero perdió mucha sangre y entró en parada cardíaca.

Fue trasladada a Son Espases, donde murió al día siguiente. Por aquel caso Mateo fue condenado e inhabilitado, pero se embarcó en una nueva aventura: adquirió la clínica Luz, en la calle Camilo José Cela, junto al bosque de Bellver. La licencia de apertura se demoró y luego llegó la pandemia, por lo que el negocio no despegó.

Ajeno a todo, como si las inhabilitaciones judiciales no fueran con él, en 2021 Mateo fue condenado de nuevo por intrusismo, al tener a una enfermera sin titulación. El 1 de septiembre pasado operó a una británica de 35 años, que también, como Fátima, sufrió una parada cardíaca y murió semanas después. El 7 de enero ingresó en prisión, junto a su mujer, que es enfermera y también trabajaba con él. De hecho, cuentan que el nombre de su última clínica se lo puso en su honor. Encarcelado y de nuevo acusado, Mateo ha visto de todo menos la luz.