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L a noticia, de impacto: seis kilómetros de retención en dirección a Sóller, en los primeros días de mayo. Un exponente de situaciones que pueden repetirse, en otros puntos, en el curso de las próximas semanas. Del conocido ciclo de Butler –que recibió fuertes críticas, todo sea dicho–, nos encontramos en la zona alta, tras haber transitado por sus diferentes etapas: ahora, o redescubrimiento o decadencia. El tema no puede ser eludido con frases vacuas o con voluntarismos. Su abordaje, del que venimos hablando hace ya años desde esta columna –y con publicaciones científicas–, y que otros expertos han enfatizado con investigaciones concretas, requiere una celeridad de la que hemos carecido. Desde nuestro punto de vista, el nudo gordiano está en la discusión sobre la necesidad de repensar nuestra pauta de crecimiento. Sobre esto, el Cercle d’Economia de Mallorca ha desarrollado encuentros y publicaciones, desde la ya lejana presidencia de Alexandre Forcades, hasta la presente de Josep Vicens, pasando por la de Andreu Rotger. La entidad supo ver el problema, cuando no era tan acuciante, pero ya se insinuaba sin disimulos. El Consell Econòmic i Social ha elaborado, a su vez, sólidos textos, con información estadística de gran amplitud, sobre la cuestión. El movimiento ecologista y sus analistas han explorado, desde hace mucho tiempo, sobre las graves distorsiones de un crecimiento que tensiona la capacidad de carga de las islas, con sólidos documentos. En todos estas aportaciones, la contribución de científicos y científicas de la UIB ha estado siempre presente. La recepción de todo ello: buenas palabras, palmadas en las espaldas… y a seguir con lo mismo de siempre.

La cuestión entraña grandes dificultades, que debieran ser auscultadas bajo el signo de la gobernanza económica y social. Sabemos que no es fácil. Pero ya es urgente. Y debiera partirse de la estricta realidad que tenemos, no de la que desearíamos que fuera. En Balears existen experiencias empresariales que están aportando, al margen de la actividad turística más directa, valores añadidos a nuestra producción, en campos tan variados como la biomedicina, ingenierías diversas, robótica, agricultura ecológica, medio ambiente, entre otros. Existen; no son productos de laboratorio ni ensoñaciones. Y, lo que es más relevante: con productividades elevadas, en comparación con las actividades digamos que más convencionales. Las estadísticas disponibles en el INE alimentan esa visión, de tal manera que iluminan sobre otra forma de crecer que corre, tenue pero segura, en paralelo al aluvión turístico.

En este punto, la apuesta pública es trascendental. No se está subrayando nada que no se haya producido en otras latitudes, con dimensiones mucho más grandes que las que conforman Balears. Esto se viene diciendo desde hace ya mucho tiempo: desde la tozuda realidad, el sector público debiera pilotar un proceso de cambio que esperan empresarios emprendedores, en el sentido que daba Joseph Allois Schumpeter: la capacidad para transformar las condiciones de producción. Sin demonizar a nadie, sin arrinconar nada. Redimensionando, para evitar la muerte por éxito.