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Con motivo de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales que se celebra el domingo, la Santa Sede difunde el mensaje del papa Francisco. Este año, bajo el título ‘Inteligencia artificial y sabiduría del corazón para una comunicación plenamente humana’, el jesuita que vino de Argentina en el cónclave de marzo de 2013 afirma que la IA nos abre las puertas a espacios desconocidos donde «corremos el peligro de ser ricos en tecnología y pobres en humanidad».

Primero, el hombre, a quien le corresponde decidir si convierte esta tecnología en alimento de algoritmos o, en cambio, nutre su corazón con la libertad y la sabiduría. Porque esta sabiduría del corazón no procede de las máquinas sino de las personas que han de ser libres para discernir, decidir e interpretar.

Y debe prevalecer la inteligencia natural sobre la artificial. No podemos dejarnos llevar por la falsa ilusión de que la IA sabe más que nosotros o que decida por nosotros, cuando los sentimientos han de seguir inspirando las soluciones y los razonamientos no pueden ser sustituidos por las bases de datos.

En esta línea, nos pide el papa Francisco que no caigamos en la tentación de «pretender llegar a ser como Dios sin Dios». El uso bélico de la IA preocupa mucho. Hoy se está aplicando en contra del criterio de los avances tecnológicos al servicio de la paz y de la dignidad humana, y promover un mundo más solidario, más justo y más pacífico.

Y en el ámbito específico de la comunicación, la IA será positiva si no anula el papel del periodismo, sino que lo respalda. Si aumenta la profesionalidad y si logra devolver a cada ser humano el papel de sujeto activo con capacidad crítica.

Las respuestas no están escritas. Desconocemos si la inteligencia artificial creará nuevas formas de explotación, desigualdad o esclavitud. O traerá más pluralidad, más libertad y mayor dignidad humana.