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De joven y durante bastante tiempo, tras descartar la línea recta para ir a algún sitio (te estrellas contra el primer obstáculo, caes en todas las trampas, te ven venir), estuve seguro de que la elipse era la mejor trayectoria posible para desplazarse desde el punto A al punto B. Es decir, para escribir un relato de fantasmas, ligar con una chica, conseguir comida o pasar la tarde. Imposibles, claro, hay muchas, pero no suelen funcionar. La elipse, además, te facilita ser elíptico, que es un modo de ser muy estético, y emparenta fonéticamente con elipsis, ardid narrativo que permite omitir segmentos del texto o planos cinematográficos, avanzando así a grandes saltos espaciotemporales.

Indirectos, que es como tienen que ser las trayectorias. Pero no sólo la estética me llevó a esa convicción, sino la observación de los planetas, que trazan órbitas elípticas desde hace millones de años. Y se supone que los planetas saben lo que hacen. Puesto que a diferencia de los artistas, que tienen una obra, los periodistas, los políticos y los conductores de ambulancias sólo tienen trayectoria, me aferré a las elipses durante años, hasta que comprendí que la cosa no era tan sencilla. Puede que los planetas sepan lo que hacen, pero no van a ningún sitio. La elipse es ideal para desplazarse sin desplazarse, como esos círculos que describen los tipos extraviados en el desierto, que se cansan para nada hasta morir. La trayectoria adecuada no es una elipse, sino muchas enlazadas, o lo que es lo mismo, para ir desde A hasta B, sean lo que sean A y B, hacen falta más rodeos, merodeos, espirales y zigzags.

Geometría no euclidiana, en la que los ángulos de un triángulo pueden medir más de 180º, y si hay que salirse por la tangente, pues te sales. Menuda trayectoria tortuosa la mía. Pero ahí está la gracia (la única gracia), pues por el camino más corto nunca se llega lejos, y si vas al grano, al final del trayecto encuentras allí a todo el mundo. Un lugar hacinado, qué gentío. Normalmente, nadie puede elegir dónde va (el destino es impredecible), pero al menos sí la trayectoria. Mejor que sea sinuosa, indirecta, con rodeos y zigzags. Con elipses encadenadas, y hasta con elipsis.