Algo tan español y tan nuestro como la zarzuela –también llamada género chico en realidad grande porque hace ya mucho que tendría que haber sido nombrada patrimonio inmaterial de la Humanidad– tiene su bastión inexpugnable en el histórico teatro de la Zarzuela, reliquia viva de mediados del siglo XIX, que como todos ustedes saben está en la canícula matritense, detrás de Congreso y del Banco de España, y al lado de los platos, bocadillos y cafés que ponen en el estupendo y recoleto bar Madrazo. Es una excelente idea antes de ir de Mallorca (a dar una vuelta por la Villa y Corte) echarle un vistazo a la cartelera futura de este teatro, porque ver el montaje, la escenografía, oír la orquesta, disfrutar del coro (que dirige magistralmente Antonio Fauró), de la danza… y de la dirección musical, en el caso de La rosa del azafrán, del mallorquín José María Moreno: todo es verdadero goce para los sentidos. La zarzuela o sainete lírico es algo tan propio y a la vez tan universal que difícilmente se ve en otro sitio y que ennoblece nuestras artes escénicas como pude comprobar recientemente acudiendo al estreno de La rosa del azafrán: obra manchega y quijotesca que nos recuerda cómo fue la España campesina, con sus mujeres de Manzanares, sus relaciones sociales, sus tipos, indumentaria y elenco (un centenar de actores) impresionante. La zarzuela nos dice en forma de espejo mágico idealizado y a la vez muy real, de dónde venimos…
Buenos tiempos para la zarzuela
Palma14/02/24 0:30
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A Espanya la Zarzuela està més arrelada, als països catalans no tant. Però està bé fomentar lo propi de cada regió i no caure en la globalització i en la pèrdua d'identitat