Debido a la atmósfera altamente tóxica de la precampaña electoral para las generales de julio, y a que las aguas fecales ya nos llegan al cuello, algunos ciudadanos asustadizos pero bien informados pudieron pensar que entre los vetos, las broncas, las líneas rojas, los pactos y las estrategias, igual se quedaban sin alcalde o alcaldesa. Y no, para nada. Los plazos se cumplieron y tras los protocolos y entrañables rituales municipales (collares, bandas, fajines, varas de mando), ya tenemos alcaldías. Que por cierto, es lo menos que se puede tener. Porque las alcaldías, siendo por así decir poderes de andar por casa, domésticos, no se rigen por los mismos criterios que los de rango superior, obligan a contorsiones rarísimas, soluciones caseras, mandatos minoritarios o rotatorios y ajustes exóticos, ya que naturalmente, en su casa cada cual va como quiere. Política íntima, se podría decir también. Lo que permite que por ejemplo en Girona, los anticapitalistas antisistema de la CUP arrebaten al PSC la Alcaldía con ayuda de Junts, máximos representantes del capitalismo como buenos convergentes.
Aun así, ya tenemos alcaldías
Palma21/06/23 0:29
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