TW
5

Ha quedado claro en estas pasadas elecciones -veremos qué ocurre en las próximas- que gran parte de la ciudadanía prefiere salarios bajos y pensiones de miseria. Eso sí, que nuestros representantes institucionales vayan siempre bien peinados y con zapatos de marca. Es lo que se vota, la imagen y el eslogan, sin pararse a pensar dos minutos en el modelo de sociedad que se desea. La derecha de Balears tiene poco discurso -como la del resto del país, más allá de defender los intereses de los ricos-, pero muy definido: crecer hasta el infinito, apostarlo todo al turismo. No que crezcamos nosotros, los de a pie, que seguiremos con salarios congelados hace veinte años y con hipotecas y alquileres neoyorquinos. Sino ellos, los hoteleros, los restauradores, la banca, las eléctricas, los extranjeros millonarios que montan negocios aquí. Que está muy bien que ganen mucha pasta, para eso arriesgan lo suyo. Pero un industrial decente debe garantizar que sus trabajadores puedan vivir con cierta dignidad. Aquí no lo hacen. Tampoco en los países pobres adonde llevan algunas de sus franquicias ganadoras. De lo que se trata es de facturar a lo grande, gastar lo mínimo y ensanchar así el margen de beneficios. En ese gastar lo mínimo entran nóminas y derechos sociales. Pero miles de obreros en esa situación que orillea la pobreza han votado a la derecha, que sirve a sus patronos. Las Islas ya son casi invivibles, pero aún pueden empeorar. Quizá es lo que hace falta para que algunos hagamos la maleta y volvamos por donde vinimos, expulsados del ¿paraíso? por no poder pagarlo ni respirarlo. No es nada nuevo. Pasa en Florencia, Venecia, Santorini, cualquier sitio fagocitado por el turismo sin límites. Desde luego yo no quiero vivir así.