De un tiempo a esta parte, tengo la sensación de ser sospechosa de cualquier cosa. No solo yo, sino en general la mayoría de los mortales, los de andar por casa. Percibo una ligera y sutil invitación a tener que explicarme y o justificarme. La desconfianza cotiza al alza. La pandemia la ha engordado.
Un ejemplo. La otra mañana fui a la gasolinera de mi barrio, una de las pocas que aún tienen empleados que te atienden aunque ya hace años que tienes que ir a pagar a la caja. Mientras ibas al cajero, te vertían la gasolina en tu depósito. Ahora ya no. Ahora hasta que no has desembolsado el dinero, no te sirven. Un cliente preguntó y le dijeron que la medida era para evitar más robos, es decir, que llenos sus depósitos, se piraban sin pagar. Estoy segura que ha ocurrido pero también que los casos deben ser escasos. La perplejidad llegó después cuando el mismo cliente preguntó el trato desigual, el porqué sí habían atendido a otro cliente sin haber liquidado la factura antes. La respuesta fue la siguiente: Es que solo lo hacemos así cuando piden llenar el depósito. No entendí nada. ¿Ustedes?
Sospechosos habituales
Palma09/04/23 8:51
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