Nada hay en este mundo como morirse para entrar en el reino de los cielos. Y si uno tiene la desdicha de encontrar una muerte trágica o temprana, ya la maquinaria de santificación es abrumadora. Shinzo Abe ha muerto asesinado, por la espalda, a los 67 años. La situación perfecta para crear de él un héroe o un santo. Pero los árboles no deben dejar que perdamos de vista el bosque. Japón es esa nación hoy popular por el sushi, el manga y los dibujos animados kawai. Les precede la fama de pacifistas, educados, con una bajísima tasa de criminalidad, formales y puntuales. Llevan 75 años en esa burbuja, gracias –aunque maldita la gracia– a la bravuconada americana de lanzarles dos bombas atómicas que deshicieron en cenizas dos grandes ciudades y, con ellas, las ansias imperialistas niponas. El shock ha durado décadas y no es de extrañar.
Shinzo Abe
Palma14/07/22 3:59
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