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Con una tasa de positividad que supera el 19 por ciento, lo que dificulta las tareas de rastreo, Baleares se encuentra en un momento crítico. El portavoz del Comité de Gestión de Enfermedades Infecciosas en las Islas, Javier Arranz, afirma que la situación es análoga a la del 25 de enero, cuando había 10.000 casos activos en el Archipiélago con un 4,4 por ciento hospitalizado y un 1,1 por ciento en la UCI. Ahora hay 62 pacientes en cuidados intensivos, con una ocupación del 18,18 por ciento, siguiendo en riesgo alto. Al mismo tiempo, hay 234 contagiados en planta y 15.332 enfermos leves en seguimiento por Atención Primaria. Lo más preocupante es la veloz propagación de la variante ómicron, que es la predominante, con gran capacidad de contagio; y que la alta tasa de positividad impida el rastreo y detección de todos los casos.

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Otras acciones con alta vacunación.

El Govern anuncia controles estrictos y severas sanciones para los establecimientos de ocio nocturno que incumplan las medidas sanitarias. En Catalunya, por ejemplo, este sector tiene que cerrar de 1 a 6 de la madrugada. Quizás es el momento de plantear otras acciones porque con la alta tasa de vacunación y una variante que pueden transmitir los inmunizados, exigir el certificado COVID no garantiza el control de la transmisión en locales cerrados. Además, puede crear una falsa sensación de seguridad que relaje la protección.

Marco compartido y pedagogía.

Se impone la cogobernanza con reglas de respuesta comunes que permitan marcar las actuaciones en función de la diversidad local de la evolución de la pandemia. Sin un marco normativo compartido, cada estrategia autonómica, en un clima de rivalidad política, es motivo de confrontación. Es el momento de la pedagogía, que se ha de ejercer desde la responsabilidad política e institucional, para que la población comprenda el sentido y el objetivo de las medidas, y que su aplicación sea viable.