La vida de Patricia González ha sufrido varios giros de los acontecimientos, pero, casi por arte de magia, han acabado todos cobrando sentido en una especie de viaje personal que ahora se refleja en sus infusiones. De padres cocineros, Patricia gozó de un paladar sibarita y educado desde muy pequeña. Estudió Arquitectura y partió nueve meses y medio a descubrir mundo. Treinta países e innumerables paisajes distintos después, recaló en una isla que ganó su corazón. De Ciutat se mudó a una finca rural de Llubí, donde, «a raíz de cuatro plantas que me trajo un día la vecina», descubrió el mundo de las infusiones. «Me empecé a hacer cada mañana, combinando distintas plantas». Tras dejar el despacho de arquitectura, dio con el momento perfecto para profesionalizar su hobbie y convertirlo en uno de sus proyectos más personales: Mima Terra. «Es un experimento continuo y diario con las aromáticas. Para mí es como cocinar, un proceso intuitivo».
Mallorca en una infusión
Patricia González elabora mezclas de plantas aromáticas, cosechadas en su finca de Vilafranca, que evocan a distintos puntos de la isla
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