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Hace unos días, Mercedes Rullán ha recibido un premio por un relato corto que ha escrito, y que es un homenaje a su familia. Un cuento corto maravilloso, que se lee de un tirón, y que si eres sensible, se te queda grabado en lo más profundo de tu alma. ¿Quién es Mercedes para escribir un relato tan bello y repleto de poesía? ¿Qué ha hecho y dónde ha estado a lo largo de su vida para poder escribir estas líneas con una ternura que trata de difuminar la historia dramática que cuenta?

Ayer por la mañana compartí con ella un café con leche en un bar ubicado en los bajos de la casa donde vive. Es alta, delgada y se mueve con dificultad. Poco a poco fue desgranando su tragedia. Estudió, hizo oposiciones a la Comunitat, trabajó en una de sus conselleries, se casó, tuvo un hijo, se separó, 'tonteó' con el porro, luego con la 'coca', quedó atrapada en ella, la dejó en un esfuerzo de voluntad tremendo, problemas familiares y, sobre todo, la desesperación ante una extraña enfermedad degenerativa que la atrapó, el Arnold Chari, la llevaron al consumo de alcohol. Primero fueron unas copas, luego más; más adelante una botella, «por último me recorrí todos los bares del barrio, cayéndome más de una vez, y también más de una vez me vio mi hijo en ese mal estado».

Paralelamente, en su entorno familiar se desencadenaban otras historias trágicas que la afectaban. Su hermana menor, atrapada en la droga, terminaba suicidándose. Su hijo, a raíz de un accidente de moto, quedaba minusválido; su sobrino moría de un ataque al corazón fulminante en presencia de su padre y hermano suyo, Rafael Rullan, ex jugador del Madrid de baloncesto e internacional por España; otro hermano, piloto de aviación militar, moría de enfermedad cruel; también morían sus padres en un corto espacio de tiempo, «unos padres que se habían entregado por completo en salvar a su hija, mi hermana... Yo creo -se lamenta- que también pude haber hecho más por ella. Que yo estuviera pillada -en dos ocasiones compartimos jeringuilla, lo cual nos unió más- no quita el que la hubiera tenido que ayudar más...».

Mercedes, pese a todo, es mujer fuerte, que afronta la vida con esperanza. «Quiero recuperar parte del tiempo perdido dando importancia a las cosas que antes no la tenían, al menos para mí; quiero, por encima de todo, recuperar a mi hijo, en lo que estoy; no es fácil, pero estoy en ello; y quiero dar las gracias al Projecte Home y a su gente, a los monitores y terapeutas que me han ayudado. La casa de Binisalem donde he vivido una temporada, y en la que he escrito el relato, ha sido mi segunda casa, y su gente, mi familia. Allí he disfrutado viendo cómo muchos hacíamos progresos, pero tambien se me ha desgarrado el alma cada vez que he visto que alguien abandonaba el proyecto...».

Como hemos dicho, Mercedes mira la vida de frente, con resignación, pero con esperanza. Superó la droga y el alcohol, y ahora se enfrenta a Arnold Chiari, con el que está manteniendo un pulso tremendo que le ha supuesto dos craneotomías, la colocacion en su cabeza de dos válvulas ventriculoperitoneales, además de padecer disfacia, no poder abrir la boca... «No pienso en que pueda terminar en una silla de ruedas, pero tampoco lo descarto. Pero de momento soy feliz gracias a Projecte Home y su gente».