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Siete años después de la escandalosa quiebra de Banesto, ayer se conoció la condena impuesta a Mario Conde, que fue presidente de la entidad bancaria, y a varios de sus colaboradores. Mientras la Audiencia Nacional absuelve a algunos de los encausados, condena a diez años de prisión a Conde por estafa y malversación de fondos. El que fuera estrella de la cultura del pelotazo tan en boga en nuestro país durante los años ochenta, deberá además pagar una indemnización y una multa. Como es natural, los afectados por el quebranto bancario, especialmente los pequeños accionistas, han mostrado su indignación por la sentencia, «corta y blanda», y han anunciado su intención de recurrir. No olvidemos que el fiscal solicitaba casi cincuenta años de prisión para Conde.

En el ámbito político las reacciones han sido diversas y mientras el PP ha manifestado su habitual respeto hacia las decisiones judiciales sin entrar en más consideraciones, el PSOE "que en su día le ayudó a levantar su imperio industrial y financiero a través del ministro de Economía, Calos Solchaga" ha mostrado su satisfacción. En cambio Izquierda Unida y los sindicatos UGT y Comisiones Obreras han rechazado la sentencia por poco ejemplarizante. Recordemos que Conde ya fue condenado a cuatro años de cárcel "de los que cumplió 17 meses" por la «desaparición» de 600 millones de pesetas y que en esta ocasión el montante malversado era nada menos que 605.000 millones.

Aunque es cierto que el tiempo pasado ha quitado hierro al asunto y que finalmente Banesto continúa funcionando bajo otras directrices, quizá con esta decisión judicial muchos ciudadanos llegarán a creer que los delitos de guante blanco se pagan con menos dureza que los demás.