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La oposición lo tiene claro. Todos los líderes políticos de los principales partidos, excepto Maria Antònia Munar que se mostró muy prudente, aseguraron que la dimisión del ex president del Govern no es más que una prueba más del proceso de descomposición en el que se encuentra inmerso el Partido Popular ante los malos resultados que se le avecinan en las próximas elecciones autonómicas.

Para el candidato de los socialistas a la Presidència del Govern, Francesc Antich, las declaraciones realizadas por Cañellas para justificar su dimisión evidencian que el ex president no se va para regenerar la vida política «sino por los problemas de división interna en los que se haya inmerso el PP».

El portavoz del PSM en el Parlament, Pere Sampol, aseguró que la salida de Cañellas supone el fin de una etapa en lo personal «aunque no dimita por los hechos por los que tenía que haber dimitido hace años». Sampol comentó que, para cerrar de manera definitiva esta etapa, «tan sólo queda que el PP devuelva los 50 millones de pesetas que cobró del Túnel de Sóller».

La presidenta de Unió Mallorquina, Maria Antònia Munar, fue la más prudente de todos los líderes de la oposición a la hora de valorar la dimisión de Cañellas. «UM siempre ha sido muy respetuosa con las decisiones políticas y lo único que hay que hacer es manifestar respeto y esperar a ver su trayectoria», señaló. La presidenta de UM aseguró que la presencia o ausencia de Cañellas en el PP no es ni positiva ni negativa para que UM alcance un acuerdo con los populares tras las elecciones.

«Es un triunfo de la democracia y de la dignidad del Parlament y en parte un triunfo de Esquerra Unida», comentó su coordinador general, Eberhard Grosske. El dirigente de esta coalición de izquierdas también opinó que la dimisión hay que asociarla «al proceso de descomposición interna que vive el PP y la inminencia de la derrota de Matas».