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A pesar del apoyo parlamentario de Euskal Herritarrok, la antigua Herri Batasuna, al nuevo Ejecutivo vasco encabezado por Juan José Ibarretxe, los parlamentarios de la formación abertzale no asistieron a la toma de posesión del nuevo lehendakari en la Casa de Juntas de Guernika, hecho éste que ha propiciado críticas desde PP y PSOE, partidos en los que se considera que se ha despreciado al que debe ser presidente de todos los vascos.

Si bien es cierto que no se han producido nuevos atentados ni asesinatos, no lo es menos que continúa la tensión y los actos de violencia callejera e intimidación en Euskadi dirigidos a concejales y representantes políticos de los partidos llamados españolistas.

En un principio se vio con muy buenos ojos que Euskal Herritarrok se implicase y participara en las instituciones democráticas como el Parlamento vasco. Era un primer síntoma de normalización y de abandono de otras vías ajenas a la legalidad y a los más elementales principios de la convivencia.

Pero el hecho puntual de la ausencia de los diputados de EH en Guernika ha vuelto a levantar suspicacias y a poner en duda hasta qué punto serán capaces de dar estabilidad al Gobierno de Ibarretxe, algo fundamental para el proceso de paz y para el ejercicio político de los próximos cuatro años. Si además añadimos a ello la intimidación que sufren políticos de partidos ámbito estatal volvemos a una situación en la que el miedo puede volver a ser protagonista, abocándonos a una lamentable regresión que debe evitarse a todas luces. Las ideas deben defenderse con los medios adecuados, pero nunca mediante imposiciones. Parece que la convivencia democrática es aún una asignatura pendiente para algunos.