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El Cap de Formentor, convertido desde el viernes en punto de encuentro y reflexión gracias a la segunda edición de las renacidas Converses Literàries, homenajeó ayer a una de las figuras claves de la literatura catalana reciente. Baltasar Porcel, uno de los participantes en las Converses originales, en los años 60, recibió un homenaje institucional con nutrida representación del mundo literario. También estuvieron presentes la esposa y la hija del autor, Maria Àngels Roque y Violant Porcel.

En el acto, organizado por el Govern y la Generalitat, el director de la Institució de les Lletres Catalanes, Oriol Izquierdo, recordó al escritor y a sus palabras «personales y afiladas, poco institucionales, fieles al ideario que construyó como hombre de acción y a su individualismo como escritor». Además, subrayó su «ambición literaria» y su «compromiso con su tierra, con su gente y a favor de la dignidad de la realidad cultural e histórica de todos los territorios que compartimos la lengua catalana». La profesora de la Universitat de Barcelona Rosa Cabré, experta en la obra de Porcel, leyó un detallado y apasionado texto en la que la obra y la vida del literato se enlazaban continuamente, recordando que «literatura y periodismo siempre fueron las dos caras de su vocación de escritor», perfilada a través de un «discurso crítico con el mundo» y de una lengua que «para él era la expresión del alma».

Bartomeu Llinàs sorprendió confesando ayer durante el acto que le «cayó de repente el cargo» de conseller de Cultura y sorprendió a los asistentes revelando la necesidad de una «mejor sintonía» con sus nuevos «colaboradores».

Así, apostó por «no leer lo que me escriben» e improvisar su discurso, alegando que no debe «pretender saber más que los que saben». Llinàs calificó a Porcel como una persona «vigorosa que, con su acción constante, demostró hasta donde se puede llegar».

El nuevo conseller señaló que «él está presente hoy aquí porque todos le hemos recordado en algún momento durante estas jornadas». Los escritores Guillem Frontera y Sebastià Alzamora leyeron fragmentos de La lluna i el Calallamp y L'emperador o l'ull del vent, respectivamente.