El jefe de Cirugía Vascular, Óscar Merino. | Jaume Morey

Pese a considerarse enfermedades raras, los síndromes compresivos pélvicos pueden ser extremadamente dolorosos como para prestarle la suficiente atención. Para que se entienda, y simplificando, esto sucede cuando una arteria aprieta una vena. Es tan difícil de diagnosticar y de tratar, que Clínica Rotger ha puesto en marcha este mes una unidad específica para estas invalidantes patologías que afectan, sobre todo, a mujeres que suelen sentirse incomprendidas y abandonadas por el sistema.

Esta compresión de las venas no viene producida por una enfermedad o un tumor, sino al tener «vasos sanguíneos con una pared más fina y apenas flujo en su interior, que quedan colapsados en su cruce con las arterias», describe el doctor Óscar Merino, cirujano vascular que lidera el proyecto. «Sucede por cómo estamos hechos los humanos, de ahí la dificultad del diagnóstico», añade.

Las pacientes finalmente diagnosticadas con un síndrome compresivo han hecho antes un periplo por especialidades como Ginecología, «ya que es la puerta de entrada de muchos de los dolores» o Digestivo «porque además puede producir náuseas o vómitos...». Las pruebas definitivas llegan cuando se les descarta todo lo demás. Si tienen la suerte de ser derivadas a Cirugía Cardiovascular, una ecografía y después un TAC puede desvelar la causa de su dolor «y poder ver los vasos y las estructuras que los rodean y pueden causar las compresiones».

La creación de esta unidad quiere facilitar este circuito poniendo en contacto y en alerta a las especialidades más implicadas. Además se suma el servicio de Fisioterapia cuyo papel, explica el doctor Merino, «es fundamental» para el suelo pélvico. «A veces el dolor causa contracturas musculares, lo que se conoce como síndrome de dolor miofascial, que se va sólo con aliviarlo», añade el experto.

Esta unidad cuenta también con anestesistas, cirugía general y una psicóloga, «por el impacto personal de padecer un dolor crónico. Es una enfermedad dura», insiste el doctor Merino, pues muchas veces no llega sola, sino que «son varios síndromes que pueden ir de la mano y sufren los síntomas de todos ellos».

¿Y por qué si se habla de vasos sanguíneos, esta patología afecta a mujeres? «Porque es mucho más frecuente en ellas, en edades comprendidas entre los 30 y 50 años y en especial tras uno o varios embarazos, aunque también puede observarse en hombres», explica el especialista.

El tratamiento para estas pacientes depende del diagnóstico. Puede bastar con una embolización; precisar la colocación de un stent para restaurar el flujo en la vena o, en casos más complejos, necesitar una operación de bypass para solucionar la estrechez.