Pedro Villalonga sostiene el periódico Ultima Hora con la crónica de la final de la Copa de 1991. | R.D.

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Los aficionados más veteranos del Real Mallorca hablan con enorme nostalgia de los tiempos del Sitjar, de cómo algún familiar les empezó a inculcar el amor por los colores rojo y negro y de la ilusión que tienen ahora por ver a su equipo levantar la segunda Copa del Rey. Uno de estos seguidores es Pedro Villalonga, socio del club desde niño y que ha tenido también la oportunidad de estar presente en las tres finales de Copa que hasta ahora ha jugado el Mallorca: Madrid, Valencia y Elche. Este próximo día 6 estará también en La Cartuja con la ilusión de ver a su equipo levantar el segundo trofeo de la competición del KO.

«Partidos como el de Sevilla son muy especiales. Sobre todo cuando te retrotraes al pasado y te das cuenta de cómo ha evolucionado el club. Recuerdo que siendo muy pequeño entraba sin pagar al Sijtar o en ocasiones me colaba. Supongo que los porteros hacían la vista gorda. También iba con mi tío y siempre que me dejaban mi padre y mi madre. Si no me dejaban no podía ir y saber que jugaba el Mallorca y no estar en el campo era terrible para mí», recordaba Pedro.

«Con quince años ya me pude sacar el primer carnet de socio y como muchos he vivido el Mallorca con intensidad y experimentado el cambio que ha dado década a década, desde que fue club a sociedad anónima. Han sido años muy intensos», recordaba el aficionado. Los recuerdos de la primera final todavía los tiene vivos en la retina. «En Madrid llegamos muy pronto al campo. Recuerdo que en una boca de metro vimos una bronca monumental entre un grupo de seguidores ultras del Madrid y aficionados radicales del Atlético. Decidimos entonces ir al campo y entramos muy pronto.

Encontramos a Tolo Güell por el camino, lo recuerdo perfectamente. Entramos al campo tres o cuatro horas antes y había un partido de selecciones autonómicas, una especie de teloneros antes de la final», recuerda Pedro. En lo años setenta antes de la final de Copa se jugaba la final juvenil y ese año, en el 91, dos selecciones regionales se enfrentaron. Ahora esto no da a lugar sobre todo para no dañar el césped. Impensable.

Pedro Villalonga posa junto a dos camisetas alusivas a la final de Elche. De la final del 91 no guarda nada porque en esos años las camisetas no estaban como ahora al alcance de los seguidores.

«Recuerdo también que nos sentamos entre aficionados del Atlético y sin ningún tipo de protección. Muchos seguidores estaban en un fondo, pero otros nos encontrábamos en una tribuna baja de preferencia mezclados con otros del equipo rival. No llevábamos camisetas del Mallorca, antes eso no estaba de moda como ahora. Si nadie del club te la regalaba no había camisetas», explicaba Pedro.

«Esa final veía ganador al Mallorca, al menos le veía en la lotería de los penaltis. Tal vez la historia hubiera sido diferente. Regresamos a Palma sobre las cuatro de la madrugada con esa sensación de que fue una injusticia desde el momento en que se jugó la final en la ciudad de uno de los dos equipos», recordaba Pedro Villalonga. En Valencia la historia se repitió, tampoco hubo trofeo, pero fue un encuentro épico. «Roa fue el gran héroe en Valencia, las paró de todos los colores, fue increíble. El Mallorca merecía ese trofeo, de hecho me veía ganador en los penaltis. Fue la segunda vez que se nos escapaba el trofeo. Desde el punto de vista sentimental, nos sentimos ganadores de ese partido», relataba Pedro. Y en Elche la situación fue más fiable. «Etoo era desequilibrante, había un gran equipo y cumplió con las expectativas. Ahora queda saber qué pasará en Sevilla, pero voy a ir con el mismo espíritu que las otras, con la ilusión de ganar y el orgullo de ver que es tu equipo quien juega», dijo.