Hay ocasiones en las que tomar decisiones resulta complicado. | Goncalo Costa

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«Desde que tenemos uso de razón vivimos en una continua toma de decisiones. Durante el transcurso de los años nos encontramos ante situaciones donde elegir es francamente fácil, de hecho, en nuestra vida cotidiana podemos encontrar miles de ejemplos. La dificultad viene cuando estamos ante circunstancias en las que nuestra elección puede generar cambios importantes que, inevitablemente, nos sitúan ante un escenario que desconocemos. Además, estos pueden enfrentarnos a temores para los que nos estamos preparados». Esta es la reflexión que plantea la coach personal y de salud, Marga Almarcha.

Además, advierte que aunque «nos pasamos la vida tomando decisiones que engloban todos los aspectos de nuestra existencia. La realidad es que esto no significa que lo tengamos dominado, sobre todo porque detrás de ellas, se esconde pasar a la acción; esto, en muchas ocasiones origina más temor que la decisión en sí». A su modo de ver, la clave es «ser consciente de que, dependiendo de las elecciones que hagamos, cambiaremos el transcurso de nuestra vida. Esto hace que nos demos cuenta de la importancia de no tomarse a la ligera este tema y, aunque parece una observación muy obvia, se puede dar el caso de que en muchas ocasiones nuestras elecciones hayan sido tomadas sin tener en cuenta todos los aspectos».

Almarcha señala que, «como todas las cosas que hacemos en la vida, en la toma de decisiones también se dan circunstancias que nos limitan». Este es el caso de detenerse demasiado en pensar lo que perdemos, dejando de ver el beneficio que obtendremos con la alternativa elegida. Además, precisa que existe «la parálisis por análisis, que nos lleva a dejar de actuar por pensar demasiado cada opción, lo que generará también retrasar el momento de decidirse. Y, sin duda, el miedo a equivocarnos es el que hace que en muchas ocasiones no demos el paso y no tomemos la decisión que realmente nos convendría; esto nos relega a mantenernos en nuestra zona de confort».

La coach reconoce que «en la toma de decisiones nos podemos encontrar con ciertas dificultades», por lo que da una serie de recomendaciones. Una de ellas consiste en fijar un tiempo o fecha límite, ya que «conseguiremos poner foco y no divagar». Otra es «analizar los pros y contra de cada alternativa para que la elegida sea lo más sostenible posible, es decir, que nos genere bienestar emocional y no contradiga nuestros valores. Por ello, es crucial analizar muy bien la repercusión que tendría en nosotros cada opción si la asumiéramos, teniendo en cuenta que nuestra vida es el resultado de las decisiones que tomamos. Por esta razón, es necesario contemplar que en parte vamos a sumir ciertos riesgos con la opción que elijamos. En este punto es donde debemos entrenarnos y tener recursos de gestión emocional para sostener la frustración y la insatisfacción que podemos sentir si no salen las cosas cómo pensábamos y saber cómo reaccionar más allá del bloqueo inicial».

Almarcha destaca que a la hora de elegir «muchos pensamientos vienen a nuestra mente retroalimentados por la incertidumbre, por el temor a lo desconocido o por el miedo a equivocarnos; esto puede hacer que no pensemos con claridad». Si se produce este escenario, aconseja plantearse qué es lo peor que nos podría pasar. «Nos puede ayudar a romper esos pensamientos que nos limitan y nos bloquean», argumenta.

«Aprender a elegir solo se consigue pasando a la acción y asumiendo que equivocarse formará parte de la ecuación. Ahora bien, si cuando tomas decisiones incluyes tus valores, conoces tus fortalezas y tus debilidades y tienes claro tu propósito y tus objetivos, seguramente estarás tomando la mejor elección», concluye la coach.