Los crucigramas revelan mejoras cognitivas a corto y medio plazo. | Steve Buissinne

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Un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad de Columbia y la Universidad de Duke (Estados Unidos) ha demostrado que la realización de crucigramas tiene una ventaja sobre los videojuegos de ordenador para el funcionamiento de la memoria en adultos mayores con deterioro cognitivo leve. En un ensayo aleatorio y controlado, publicado en la revista científica NEJM Evidence, los investigadores determinaron que los participantes (de una edad media de 71 años) entrenados en la realización de crucigramas en la web demostraron una mayor mejora cognitiva que los que fueron entrenados en videojuegos cognitivos.

«Este es el primer estudio que documenta los beneficios a corto y largo plazo del entrenamiento en crucigramas en casa en comparación con otra intervención. Los resultados son importantes a la luz de la dificultad para mostrar mejoras con intervenciones en el deterioro cognitivo leve», ha comentado uno de los líderes de la investigación, D.P. Devanand. Los crucigramas son muy utilizados, pero no se han estudiado sistemáticamente en el deterioro cognitivo leve, que se asocia a un alto riesgo de demencia, incluida la enfermedad de Alzheimer.

Para llevar a cabo su estudio, los investigadores asignaron aleatoriamente a 107 participantes con deterioro cognitivo leve (DCL) en los dos centros diferentes a un entrenamiento con crucigramas o a un entrenamiento con juegos cognitivos con un entrenamiento intensivo durante 12 semanas seguido de sesiones de refuerzo hasta 78 semanas. Ambas intervenciones se realizaron a través de una plataforma informatizada con seguimiento semanal del cumplimiento.

Los crucigramas fueron superiores a los juegos cognitivos en la medida de resultado cognitivo principal, ADAS-Cog, tanto a las 12 semanas como a las 78 semanas. Los crucigramas fueron superiores en FAQ, una medida de funcionamiento diario, a las 78 semanas. Los crucigramas fueron superiores para los participantes en una etapa posterior de la enfermedad, pero ambas formas de entrenamiento fueron igualmente eficaces en una etapa anterior. El encogimiento del cerebro (medido con resonancia magnética) fue menor para los crucigramas a las 78 semanas.

«Los beneficios se observaron no sólo en la cognición, sino también en las actividades cotidianas, con indicios de contracción cerebral en la resonancia magnética que sugieren que los efectos son clínicamente significativos», ha comentado el doctor Devanand. El estudio también destaca la importancia del compromiso. Según la monitorización electrónica a distancia del uso del ordenador, los participantes que se encontraban en una fase más avanzada del deterioro podrían haberse comprometido mejor con los crucigramas más familiares que con los juegos cognitivos informatizados.

Dos puntos fuertes del ensayo son la tasa de participación del 28 por ciento de personas de grupos raciales y étnicos minoritarios y la baja tasa de abandonos (15 %) para un ensayo tan largo basado en el hogar. Una limitación del estudio fue la ausencia de un grupo de control que no recibiera entrenamiento cognitivo. Aunque estos resultados son muy alentadores, los autores subrayan la necesidad de reproducirlos en un ensayo controlado más amplio con un grupo de control inactivo. «La trifecta de mejorar la cognición, la función y la neuroprotección es el Santo Grial para este campo. La investigación adicional para escalar el entrenamiento cerebral como una terapia digital basada en el hogar para retrasar el Alzheimer debe ser una prioridad para el campo», ha remachado otro de los autores, Murali Doraiswamy.