Plantearse si una relación es honesta es un buen ejercicio. | FaustFoto

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¿Su relación es realmente honesta? Muchas personas pueden sorprenderse si realmente se formulan esta pregunta y la responden con sinceridad. La coach personal y de salud, Marga Almarcha, expone que «a lo largo de estos últimos años nos hemos visto sometidos a un cambio en muchos de nuestros hábitos lo que se ha reflejado en la forma en la que nos relacionamos, sobre todo cuando estamos hablando de crear un vínculo afectivo con otra persona del tipo que sea». En este sentido, argumenta que «el aumento de apps de citas y su facilidad para mantener un cierto anonimato ha dado lugar a un cambio radical en la forma de encontrar pareja, ya sea para un encuentro más íntimo o para compartir experiencias. Lo que está claro es que ya pasó a la historia la forma tradicional de conocerse dejando ese espacio a las prisas, la inmediatez y a los match».

La coach señala que formas de actuar como el ghosting (cesar toda comunicación y contacto con una pareja sin ninguna advertencia), el breadcrumbing (cuando una persona le gusta recibir atención, pero no tiene intenciones de llevar la relación a otra fase ni a comprometerse de verdad) o el mero hecho de mal interpretar un simple whattasapp, entre otras, son cada día más habituales. Esto está dando lugar a un escenario donde la responsabilidad afectiva puede estar brillando por su ausencia».

A su modo de ver, «quizá sería bueno preguntarse si, en esta forma en la que me estoy relacionando me estoy haciendo cargo de mis sentimientos, de mis actos, y del impacto que provocan en los demás. Al mismo tiempo, es muy importante cuestionarse si tengo las herramientas necesarias para saber gestionar lo que me pasa, validarlo y comunicárselo al otro de una forma correcta».

¿Cómo desarrollar nuestra responsabilidad afectiva?

Almarcha apunta que «la buena noticia es que estamos hablando de una forma de comportarse, con lo que podemos aprender a desarrollarla si estamos dispuestos a ello y si queremos realmente disfrutar de este tipo de relaciones más responsables. El primer paso fundamental para cualquier tipo de relación o vínculo que se cree es tener una comunicación sincera, honesta y asertiva cuidando el lenguaje, que logre generar un clima de confianza para poder llegar a acuerdos en común que cuiden de lo que se está creando. El objetivo es ayudar a saber lo que cada uno quiere o necesita del otro, más allá de las expectativas y de las intenciones individuales». En su opinión, «mantener este tipo de comunicación va a ayudar a disminuir situaciones incómodas donde el sufrimiento pueda estar asegurado derivado de posibles malentendidos».

Otra medida es «poner límites que cuiden de cada uno, sobre todo porque puede haber acciones, comportamientos, comentarios, etc. que no estemos dispuestos a sostener. Lo honesto es decirlo y no estar aguantando pensando que ya cambiará o justificándolos continuamente. Poner límites no es tarea fácil, especialmente cuando pasa por mantener conversaciones incómodas. Por ello es recomendable ir con la intención de escuchar y evitar responder de una forma reactiva a la mínima de cambio».

Almarcha concluye que «lo anterior nos lleva directamente a la importancia de asumir que en cualquier tipo de relación el conflicto va a estar presente y que, la forma en la que se gestione va a ayudar a enriquecer y mejorar la relación o, por el contrario, a empeorarla. No se trata de ir a la defensiva ni ser sumiso, más bien de intentar llegar a un entendimiento donde ambas personas se sientas escuchadas, entendidas y tomadas en cuenta».