Algunos jóvenes están muy enganchados a las redes sociales. | Pixabay

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Adolescentes y redes sociales se han convertido en un binomio prácticamente indisociable, que entraña muchos peligros. Por ello, es fundamental evitar que los jóvenes puedan mantener relaciones tóxicas a través de las nuevas tecnologías, ya que les pueden acarrear muchos problemas.

«La sociedad, cada vez más, parece que obliga a una continúa exposición de la vida privada a través de las redes sociales. Cuando hablamos de nuestros adolescentes, esta sobreexposición pueden generar problemas de autoestima, ansiedad… que puede derivar en depresión o incluso se puede hablar de males mayores, como ya ha apuntado la Unicef en su último estudio sobre 'El Impacto de la tecnología en la adolescencia'», sostiene la coach personal y de salud, Marga Almarcha .

En este sentido, sentido señala que «el uso de las tecnologías y, más específicamente el del móvil, supuso una oportunidad para muchos jóvenes de entre 11 a 17 años al poder estar en contactos con sus iguales y de acceder a todo tipo de información, en definitiva, de poseer el mundo en la mano a golpe de click». Almarcha advierte que «en la pandemia, el uso de estos dispositivos se duplicó derivado de las circunstancias en las que nos vimos inmersos, pero pasado ya este período hemos podido observar qué en muchos hogares no se han reducido las horas de consumo de móvil con la llegada de la aparente normalidad, muy al contrario, muchos padres se han visto impotentes de poner nuevos límites a ese empleo desmesurado del mismo».

«Cada vez más, los padres tienen la sensación de haber perdido el control, que el grupo ejerce más poder sobre sus hijos que ellos mismos y se hacen más patente los riesgos existentes al uso del móvil», explica.

¿Son conscientes los padres de los problemas que pueden generar las nuevas tecnologías?

La coach cree que «posiblemente el que más preocupe a los padres y el más obvio es sin duda el uso compulsivo del móvil. Este uso descontrolado puede generar un aislamiento social y, al mismo tiempo, una peor adaptación a su círculo de iguales, derivando incluso a conflictos familiares y a nivel de amigos. Se puede decir que a mayor abuso menor apoyo social».

A su modo de ver, «el uso compulsivo del dispositivo puede dar lugar a adicciones que se pueden traducir en un uso inapropiado para la edad, tanto en tiempo como en horario o irse a dormir con el móvil en la mano. Esto puede provocar un impacto en los padres al verse desbordados ante este tipo de conductas recurrentes en sus hijos».

Almarcha advierte que «el continuo acceso a las redes sociales, de una forma desproporcionada, y el valor que el adolescente le da a las mismas pueden generar efectos negativos en su salud física y mental. Posiblemente los más característicos sean desórdenes alimentarios, una bajada en la práctica del ejercicio físico, conducta agresiva, falta de autocontrol, trastornos del sueño… son solo la punta del iceberg».

«Uno de los grandes problemas con los que se topan muchos padres es el control sobre el contenido que ven sus hijos. La sobreexposición a un contenido inapropiado, como puede ser escenas de violencia, sexista o que promueva la autoagresión, cada vez es más accesible para nuestros adolescentes y niños más pequeños», avisa.

En este orden de cosas, precisa que en «los últimos años, se están extendiendo por la red conductas delictivas, donde los menores pueden verse como protagonistas. Una de ellas es el grooming o acoso y abuso sexual online donde un adulto se pone en contacto con un menor ganándose su confianza y otra es el sexting, donde son los propios menores los que envían imágenes de contenido sexual a través de su móvil. Esta última práctica conlleva un gran peligro añadido, ya que en el momento en que son enviadas se pierde el control absoluto de las mismas, pudiendo dar lugar a momentos de verdadera angustia para los jóvenes».

Almarcha señala que «estos son sólo unos ejemplos de lo que pueden estar viviendo nuestros hijos y, sin ganas de generar preocupación, si es cierto que como padres tenemos que ser muy conscientes de los peligros reales que genera la red».

¿Qué hacer en esta situación?

«La piedra angular donde se puede sostener el equilibrio entre uso y abuso, es sin duda marcar un límite, entendido como una medida en la que se cuiden y se vean las necesidades de los hijos respecto al uso del móvil como puede ser pertenencia, diversión, comunicación». También, apunta que al mismo tiempo, se deben reconocer las necesidades de los padres que, en este caso, posiblemente serían más las de seguridad, tranquilidad, comunicación, control…como puede ser establecer un horario y explicar por qué para nosotros es importante».

La coach explica que «muchas veces las posturas se alejan al querer imponer una norma sin una explicación lógica de la misma, lo que lleva al hijo a sentirse atacado y no tenido en cuenta. En este caso, el joven tenderá más a revelarse que ha negociar, generando más desconexión familiar».

Para concluir, recomienda que «más allá de normalizar el uso de los móviles bajo la premisa porque todos lo hacen, quizá sea momento de parar y mirar lo que yo como padre o madre entiendo como uso saludable del móvil y que contenido es el más apropiado. Sobre todo después de que haya salido a la palestra que una conocida red social se considerara tóxica para la salud mental de los usuarios. Por este motivo es responsabilidad de los padres estar sobre la pista ante conductas nuevas o cambios de humor en nuestros hijos que pueden estar encubriendo algo más que los cambios emocionales típicos de la edad, sobre todo porque ellos ahora mismo se sienten más valorados por los likes que tienen que no por lo que realmente son».