Con la vuelta a las oficinas de gran parte de los trabajadores, vuelven también los tuppers.

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Con la vuelta a las oficinas de gran parte de los trabajadores, vuelven también los tuppers, y más cuando en muchos lugares de trabajo se ha cerrado temporalmente el comedor común para evitar aglomeraciones y con parte de los restaurantes están todavía cerrados.

La opción de tupper preparado en casa además de ser la más económica, puede ser también la más sana, pues se trata de comida hecha en casa y en la que controlamos los ingredientes y las cantidades. Sin embargo, los tuppers no están exentos de riesgos, sobre todo cuanto las temperaturas son altas. Para reducirlos al máximo, durante los procesos de preparación, almacenamiento y el calentamiento de la comida que vamos a consumir en el trabajo debemos tener en cuenta algunas normas de higiene. Y es que, además de llenarlos con alimentos sanos, tenemos que asegurarnos de que los tuppers estén libres de microoganismos que nos puedan hacer enfermar o dar algún susto.

AECOSAN, Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, nos da algunas claves para conseguirlo.

Aunque el tema requeriría un artículo aparte, es importante que, para seguir una alimentación sanan y equilibrada, tengamos algo de planificación, es decir, que no dejemos nuestro menudo diario siempre a la improvisación. De este modo, reduciremos los alimentos que se deterioran y que pueden suponer un riesgo. Una vez elegido el menú, es importante, y más en tiempos de COVID-19, lavarnos las manos con agua caliente y jabón durante al menos 20 segundos antes de cocinar. También deberemos hacerlo después y cuando pasemos de manipular un alimento a otro, sobre todo si uno de ellos es crudo y/o se trata de carne, marisco, pescados y huevos crudos. Todos ellos deberán ser manipulados aparte de cualquier otro alimento y entre sí. También deberemos lavar a fondo los utensilios de cocina utilizados de manipular cualquier alimento crudo.

A la hora de cocinar, hay que asegurarse de que el calor se distribuya de manera uniforme y que no se quede ninguna parte del alimento sin cocinar. Para que la carne sea segura, se deberá cocinar hasta que al pinchar un tenedor este salga limpio de jugos, los pescados bien cocinados tienen una textura firme y los huevos deben estar cocinados hasta que tanto la yema y la clara estén duras. Antes de guardarla, divide las comidas en porciones, se enfriarán más rápido y se evitará una mayor manipulación.

En caso de que lo que se prepare sea una ensalada, es recomendable desinfectar todos los ingredientes con abundante agua y algún desinfectante alimentario durante 10 minutos.

Después de preparar el alimento, este debe ser guardado en la nevera lo antes posible y no dejar a temperatura ambiente más de dos horas, una si hay más de 30 grados. A partir de ese momento, es más probable que las bacterias proliferen y, si son muy abundantes, provocarnos alguna intoxicación. Para evitar más manipulaciones y riesgos, es mejor guardarlo directamente en el recipiente en el que nos la vamos a llevar e incluso consumir. Los recipientes deberán estar perfectamente cerrados y separados de otros alimentos, sobre todo los crudos, y no deben permanecer en ella más de tres días.

En cuanto al recipiente, este deberá ser seguro y con los correspondientes iconos para que sepamos que es apto tanto como para comida como la microondas. Aunque los plásticos preparados para almacenar comida suelen estar libres de BPA, el calor y el paso del tiempo suelen liberar descriptores endocrinos, perjudiciales para la salud a largo plazo. La mejor opción es uno de vidrio, que además conserva mejor el sabor.

Lo ideal sería que el alimento preparado estuviera siempre a la misma temperatura, algo imposible si tenemos que trasladarnos de casa al trabajo. Por eso, es importante que en cuanto lleguemos a la oficina, lo introduzcamos enseguida en el frigorífico y dentro de una bolsa hermética para que haya contacto con el resto de comidas preparadas. Estas bolsas deberán lavarse con regularidad.

Antes de consumir el alimento, deberemos calentarlo de manera uniforme, para que todo el plato alcance la temperatura de 75 grados, la que garantiza que la mayoría de los microrganismos potencialmente peligrosos mueran. En caso de caldos, sopas, etc. es mejor darles la vuelta e incluso dejarlos hervir para garantizar que se han alcanzado la temperatura. Es preferible esperar y soplar que tomar un plato tibio, pero sin garantías.

Aunque con el calor apetezcan más las ensaladas que las comidas calientes, estas últimas son más seguras, pues al calentarlas, nos aseguramos de su desinfección. De optar por ensaladas, nunca deberemos mezclarla con ingredientes calientes en el mismo recipiente y seguir a rajatabla los pasos indicados. También es recomendable evitar salsas frías y que lleven huevo o lácteos, como la mayonesa, Tzatziki o la tártara.