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Se calcula que en torno a la mitad de la población ha experimentado alguna vez lo que conoce como la parálisis del sueño, que consiste en la imposibilidad transitoria de movernos cuando nos despertamos. Se trata de una experiencia bastante aterradora que apenas dura pocos minutos e incluso segundos, pero que puede producir a quienes la padecen una gran ansiedad y angustia. Suele aparece de forma aislada y en ningún caso es peligrosa, pero si se produce de manera habitual, hasta el punto de afectar a la vida cotidiana, se puede buscar ayuda para reducirlas, pues en algunas ocasiones se producen por algún tipo de trastorno del sueño.

La parálisis del sueño es una parasomnia, es decir, una conducta o experiencia anormal que tiene una persona cuando se está durmiendo, cuando se está despertando o a mitad del sueño. Se calcula que afecta de manera habitual a una de cada mil personas, pero a muchas más de manera esporádica. Se trata de un episodio muy breve que tiene lugar durante el período de transición entre el estado de sueño y el de vigilia, ya sea cuando nos estamos quedando dormidos o al despertarnos. Durante ese periodo de tiempo breve, la persona está despierta, puede ver y oír, pero es incapaz de mover de manera voluntaria cualquier parte de su cuerpo. Durante este periodo de tiempo, aunque sea muy corto, la persona que lo padece suele sentir una gran angustia, sobre todo porque muchas veces esta incapacidad de moverse va acompañada de otras experiencias inquietantes, como:

• Alucinaciones visuales, como notar una presencia en la habitación, ver a alguien escondido entre sombras…

• Alucinaciones auditivas, como zumbidos, rumores, música, pasos, golpes…

•Dificultades respiratorias, sensación de asfixia, falta de aire…

La parálisis cede espontáneamente y suele desaparecer de forma automática si la persona es tocada o sacudida.

La parálisis del sueño es una parasomnia asociada al sueño REM, esa fase del sueño en la que nuestros ojos se mueven rápidamente, tenemos sueños y nuestros músculos no autónomos, para impedir que nos hagamos daño o nos movamos durante el sueño, están paralizados. Después de esta fase, se produce la vigilia, nos despertamos y nos movemos sin problemas. Sin embargo, cuando se produce una parálisis de sueño, nuestra mente despierta, pero nuestro cuerpo permanece en la fase REM, tenemos todos los sentidos alerta y somos capaces de ver, escuchar y sentir, pero no de movernos.

No se conocen las causas exactas que provocan la parálisis de sueño, pero sí los factores de riesgo que nos predisponen a padecerlas, ya sea de forma aislada o recurrente.

•La edad. Es más común en personas jóvenes, especialmente de entre 15 y 35 años.

•Estrés. Durante los periodos de mucho estrés, ya sea laboral o emocional, este tipo de parasomnias son más frecuentes.

•Hábitos de sueño irregulares, y en general la privación de sueño, pues una mala regulación del ritmo de sueño-vigilia puede provocar que la fase REM aparezca en situaciones poco adecuadas.

•Sufrir un trastorno del sueño, especialmente narcolepsia, aunque también la apnea del sueño.

•Genética o familiar. Si en tu familia alguien las padece con frecuencia, tendrás más predisposición a sufrirlas.

•Tomar alcohol y drogas.

•Tomar algunos medicamentos para el trastorno de déficit de atención por hiperactividad (TDHA).

La parálisis del sueño no supone ninguna amenaza para la salud, por lo que, si nos pasa, debemos estar tranquilos y nos asustarnos. Aun así, sobre todo si es frecuente, hay algunas pautas que debemos seguir para evitar o minimizar su aparición:

•Evitar las drogas y el alcohol.

•Dormir las horas necesarias y de manera regular. Para ello es recomendable mantener una buena higiene del sueño: dormir siempre a la misma hora, no exponernos a estímulos antes de dormir, etc.

•Evitar el estrés.

•Tratar los posibles trastornos del sueño favorezcan su aparición.

Además, cada vez que nos ocurra, debemos mantener la calma, realizar ejercicios de relación, respiraciones profundas y, sobre todo, pensar que es algo inocuo, transitorio y breve que terminará en muy poco tiempo.

También puede ayudar:

•La meditación y el mindfulness, que nos ayudará a mantener a raya el estrés y afrontar mejor los episodios si se producen.

•Acudir a terapia. En caso de tener episodios frecuentes y sin ningún trastorno de sueño asociados, puede ayudarnos buscar ayuda psicológica. En este caso se suele utiliza una terapia cognitivo conductual denominada MR (meditación y relajación), un tratamiento bastante nuevo ideado por el Dr. Baland Jalal, del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Cambridge.