Según la tradición, las dones d'aigua habitan fuentes y masas de agua. Imagen de sa Costera. | M. Joy

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El exitoso estreno en cines de la nueva sirenita de Disney puede servir como un pretexto oportuno para percatarse de la riqueza del bagaje cultural propio. Conocemos sirenas famosas, como la del puerto de Copenhague. Algunos ven en esta representación artística una conexión con reminiscencias de la mitología nórdica, como las selkie o mujeres foca, temidas como lo fueron en su día las sirenas que martirizaron a los navegantes de la Antigua Grecia. Sin embargo, nuestra tradición cuenta con un arquetipo propio. Según la creencia popular nuestras dones d'aigua habitan cursos acuosos y hacen gala de un carácter, como el mallorquín, un tanto especial.

De hadas asociadas al elemento líquido las hay en todas las regiones de Europa, incluyendo a los otros territorios de habla catalana. Joan Barceló recopiló para Ultima Hora que en la nit de Sant Joan «festa gran a Ciutadella, surten les dones d'aigua i serà convenient posar un pitxer d'aigua a la serena de la nit i beure'n el dia de la festa».

Con las dones d'aigua de Mallorca ocurre que han sido dotadas de ciertas características específicas, que no se ven tan claramente en otros contextos. Posiblemente, muchos aún hoy conocen a Maria Enganxa, según la popular leyenda una mujer de agua que habita en aljibes y cisternas y que, con su largo gancho, atrapa a los niños que se atreven a asomarse a la boca del pozo, y que la profesora y escritora Caterina Valriu y Petra Pericàs revisaron y endulzaron en el cuento homónimo, publicado recientemente por Disset Edició.

SINEU. PATRIMONIO. Pozo restaurado.
Pozo en Sineu en el Camí Vell de Costitx, cerca de sa Casa Baixa. Foto: R.P.F.

Y es que, para conocer la esencia de estas criaturas basta con acudir a esos cuentos populares recopilados por Mossèn Alcover bajo el título de Rondaies mallorquines con el pseudónimo de Jordi d'es Recó. La autora Manuela Alcover escribió en su Adaptación de un mito en la cuentística popular de Mallorca que en nuestra tradición historiográfica «en general el elemento fantástico queda un tanto mitigado». Este punto toma su completa dimensión en el relato de lo sucedido con una dona d'aigua en las contrades de Pollença.

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El mito indoeuropeo de las doncellas del agua recoge características comunes. Suelen ser seres fabulosos, dotados de una belleza sobrenatural que pueden ofrecer al humano que las contemple toda clase de prodigios y dones. Sus virtudes abarcan la fertilidad y abundancia, que pone a disposición de las personas corrientes con quien se encuentra, aparentemente de forma desinteresada. La única condición es que no revele bajo ningún concepto su verdadera naturaleza sobrehumana. Pese a la promesa y las precauciones, el infeliz mortal sucumbirá de un modo u otro a su destino, y no podrá evitar traspasar esa línea roja, que acarreará penosas consecuencias.

El cuento popular tradicional de Mallorca del que hablamos es L'amo en Biel Perxant y la dona d'aigo. El hada acuática se le presentó al jornalero pollencí un buen día, de improvisto: «Sentí una remor d'aigua i del pou en sortí una dona bellíssima, de pell blanca i llarga cabellera» cita el texto popular recogido por el religioso. Como hemos avanzado, y pese a intentarlo, en Perxant acaba por mencionar un día entre reniegos que su esposa no es una mujer corriente. Será este el punto y final a su matrimonio, pues la misteriosa mujer se lanzó con sus hijos al pozo del que una vez salió. El desgraciado progenitor nunca más los volvió a ver.

Para finalizar este texto cabe volver a la autora anteriormente citada, cuando asevera que «quizás el mayor mérito, lo que de verdad impresiona de la rondaia de la dona d'aigo es precisamente la naturalidad de la presencia mágica», precisamente el rasgo distintivo que no encontramos en otros lugares sobre relatos parecidos, casi primos hermanos.

Según Manuela Alcover «el hada está allí, simplemente: con toda su carga de magia-misterio. No hace alarde de ello. Tampoco el hombre se asombra. Se casan, luego él rompe el sello del secreto íntimo que no debía ser violado y ella usa de su poder: se precipita en el pozo. En la misma sequedad rectilínea de la narración radica toda su fuerza».

Y prosigue la experta: «No hay maravillas, ni brumas, ni hechicerías, ni lejanías, ni vagos rumores, ni cantos de sirena, ni, en fin, toda esa tramoya fantasmagórica; que se suele montar, para crear una ambientación de fantasía y ensueño. Todo sucede en el marco de una casa que tiene un huerto y un pozo. No hay, no puede haber, mayor concentración de 'lo maravilloso'. La historieta pollencina, escueta, desnuda, ofrece el más claro ejemplo de 'domesticación de lo fantástico'». Donde la cotidianidad es brutal no se precisan fuegos de artificio.