No es fácil encontrar restaurantes vegetarianos de un cierto nivel. Hace algunos meses publicamos la reseña de nuestra visita a Plaer Natural, el pequeño restaurante de la plaza de la Quartera que contribuyó durante tres lustros a proporcionar placer -haciendo honor a su nombre- a una clientela que disfrutó con sus platos, creativos, originales y, sobre todo, sanos.
Para sorpresa de muchos de sus seguidores, a finales de diciembre pasado, Ignasi y Mónica anunciaban, de forma tan sorprendente como elegante, que echaban el cierre a su restaurante. Una lástima porque, escribía entonces y mantengo ahora, que Plaer Natural ocupaba un espacio necesario en el universo gastronómico palmesano. Allí siempre se comía bien, con un creativo despliegue de platos realmente deliciosos. Desconozco si ese cierre es un alto en el camino o un adiós definitivo a su aventura culinaria. Esperemos que no.
Pero, ley de vida, cuando unos terminan, nacen otros. Es el caso que nos ocupa hoy. Ca’n Ela, el restaurante vegano ubicado a pocos metros de la Lonja, es otro de esos pequeños oasis que forman parte del reducido grupo de establecimientos de comida saludable, bien presentada, y con un servicio y ambiente que generan el deseo de regresar. Esa es la sensación que se saca tras haber degustado cualquiera de sus menús de mediodía (a elegir entre dos entrantes, dos primeros, dos segundos y dos postres), o por la noche, donde se pueden probar platos más sofisticados de su carta. Curiosamente Ca´n Ela, nombre que evoca el de la propietaria, Ella Santiona, surge por una circunstancia laboral adversa. Bon Lloc, el clásico vegetariano de la calle San Felio, cerraba. Ella llevaba trabajando allí 25 años, y su hija, una década. Fue el momento clave en el que ambas, por necesidad, se plantearon montar su propio negocio. La premisa inicial era encontrar un local bien ubicado. Lo consiguieron en el Carrer de la Mar, junto a la Lonja. Y, a pesar de la pandemia, han aguantado razonablemente bien y, con paulatinas adaptaciones en su proyecto inicial, han terminado por hacerse un hueco entre una clientela que reconoce su cocina saludable, equilibrada, empleando, en lo posible, productos ecológicos de proximidad acordes con su manera de entender alimentación y gastronomía.
Varían a diario su menú, con platos que sorprenden por su originalidad. Por las noches, proponen una carta algo más sofisticada en la que dan buena muestra de su creatividad: alcachofas en escabeche, raviolis con jugo de remolacha y queso; sobrasada vegana o baos de heura (una especie de carne pero hecha con soja) en adobo con shiitake. Y algunos sorprendentes, como escalope de alubias o arroz cremoso, una de sus especialidades. Prácticamente todos son aptos para los intolerantes al gluten. El día en que almorzamos, el menú era tabulé de cous cous, lombarda e hinojo, y zumo de naranja, remolacha y curcuma, como entrantes; unas estupendas cremas de múltiples verduras, con predominio de espinacas, que me encantó; y, como segundos, rehogado de brócoli, coliflor y zanahoria, acompañadas de arroz con curry, de intenso sabor, y pasta con calabacín y salsa de champiñones.
Bizcocho de especias y frutos secos.
Nos ofrecieron probar un plato con ambas propuestas, un acierto porque permitió complementar y comparar texturas. Los postres, dispares. Muy logrado el bizcocho de semillas y frutos secos, y menos el vérine de chocolate, bastante insípido. Su oferta de bebidas alcohólicas es bastante reducida. Durante un tiempo, disponían de cervezas artesanales y vinos naturales. Ahora sólo tienen algunas cervezas tradicionales, y una escasa representación de vinos, incluido algún mallorquín (Castell Miquel), sin que sean lo más destacado de su oferta.
Ca’n Ela es un buen representante de la cocina vegana, con originales platos, ambiente acogedor, trato familiar, y óptima ubicación. Conviene reservar porque disponen de pocas mesas.
En pocas palabras
Ca’n Ela
c/de la Mar, 16 · La Lonja
871 77 66 53
Domingo cerrado.
No deje de probar...
Heura salteada con bimi, coliflor y salsa satay.
Pakoras de espinacas con chutney de mango y salsa de cilantro.
Tartar de berenjena ahumada.
Paté de zanahoria asada y tomillo con pan sardo.
Tostas de sobrasada con picada de hinojo marino.
Bao de heura en adobo con shitake.
Alcachofa a la plancha con escabeche de cerveza y piñones.
Tagliatelle con (falsa) salsa carbonara.
Ravioli crudo de remolacha relleno de queso de anacardo y hierbas con salsa de pimiento amarillo asado.
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