Menjar i beure

Crespells y robiols: de la sartén al horno

El dulce más característico de la Semana Santa mallorquina imprescindible en muchas reuniones familiares

TW
0

El dulce más característico de la Semana Santa mallorquina son los robiols, seguidos en un respetable segundo lugar por los crespells. A menudo se les atribuye a ambos estar hechos con el mismo tipo de masa y que su única diferencia reside en que unos consisten solo en determinada pasta, en tanto que los otros llevan además un relleno. Es posible que en algunos casos de erróneo y cuestionable planteamiento, se aprovechen porciones restantes de la pasta de unos para hacer los otros. La maniobra debería ser entendida y tolerada únicamente como una opción de aprovechamiento casero, ya que ni los ingredientes, ni sus proporciones respectivas son las mismas.

Es posible que esta identificación entre ambas masas sea debida a que en los dos casos existen algunos notables paralelismos en el camino seguido por su evolución culinaria. Sus puntos de partida se sitúan en los siglos bajomedievales, aunque en el caso de los crespells su versión de esas centurias podría arraigar en el período clásico griego. Concretamente en los krepis, pastelillos fritos, planos y finos, como la suela de zapato que les proporciona ese nombre, hechos tan solo de harina y miel. Los robiols por su parte habrían tomado nombre del bajo latín italiano rabiola con el cual se designan inicialmente en un documento cremonense de 1243. Para entonces ya son descritos como una pieza rellena que el goloso franciscano Salimbene de Adam (1221-1290) se ufanaba de comer prescindiendo de la envoltura de pasta.

Un factor común es que ambos han pasado de ser una pasta frita a convertirse en una horneada, cambiando el dominio del sobrio cocinero doméstico por el del panadero u hornero profesional. Los primeros pastelillos en ser denominados crispellarum o frigdolarum figuran en el Liber ordinis Sancti Victoris parisiensis, manual del siglo XII rector de la vida cotidiana de los canónigos regulares de Sant Agustín del monasterio parisino de ese nombre. Su designación con ese apelativo correspondería a que al freírlos se rizaban o encrespaban. En Mallorca los sabemos existentes como mínimo desde 1424, siendo entonces preparados habitualmente por los horneros locales, por lo que cabe pensar que en esas fechas fueran ya horneados en lugar de fritos.

Robiols
Los robiols llevan rellenos variados.

Los robiols tienen su más temprana descripción en el Llibre del Coch, manual culinario gestado en la península itálica, aunque perteneciente al entorno de la prestigiosa cocina catalana practicada en esas tierras. Dicha obra los identifica como una variante de las casques o coques farcides, describiéndolos como de forma redondeada y no con la actual figura de media luna, rellenos de yema de huevo, avellanas y piñones. Su cocción era mediante fritura, procedimiento que se ha conservado en determinados recetarios mallorquines antiguos y a través de algunos testimonios orales, como alternativa al actual horneado. Su fritura que ahora puede parecernos extraordinaria, en realidad es un innegable vínculo con la manera más antigua que se aplicó para cocer estos dulces.