Jaroslav Hasëk, el soldado Schwejk y un pollo con espinacas
La baronesa Von Botzenheim sacó los regalos de la cesta; una docena de pollos asados envueltos en papel de seda color rosa y atadas con cintas amarillas y negras y dos botellas de licor con una etiqueta en la que figuraban los emperadores Francisco José y Guillermo dándose las manos...Luego sacó de la cesta tres botellas de vino para convalecientes y dos cajas de cigarrillos...Y se fue con todo su séquito. Antes de que volviera el severo Doctor Glünstein, que había acompañado a la baronesa, Schwejk repartió los pollos que fueron devorados por los soldados pacientes con tal rapidez que el médico sólo encontró un montón de huesos tan limpios como si hubieran estado expuestos varios meses al sol. También las botellas estaban vacías. Incluso el paquete de chocolate y el bizcocho habían desaparecido en los estómagos».
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