Frutero y Luccentini, la mujer del domingo y unos calabacines rellenos

Sopa de letras

Calabacines rellenos

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A su alrededor en la terraza, por lo general tranquila, el caos era indescriptible; y en lo que hacía referencia a las tres mujeres del grupo, era una auténtica casualidad que no estuviesen en traje de baño. Aunque ya se desprendieran grandes humaredas de las montañas de Agnolotti (plato típico turinés, compuesto por cubiertas rectangulares de pasta de huevo rellenas de diversos ingredientes, sobre todo carne cocida picada y que tiene algo de semejanza con los canelones), las botellas de Campari y de Punt e Mes todavía eran retenidas a viva fuerza encima de la mesa, entre las ya mediadas de Dolcetto y de Barbera (Se refiere a los vinos de Piamonte. El Dolcetto, a pesar de su nombre tiene muy poco de dulce; el Barbera es un vino peleón, tinto de doce a quince grados.)

Tampoco el saqueo de los entremeses que duraba ya cuarenta minutos, parecía disminuir su furor: embarrancados entre las sillas como naves capturadas y puestas en seco, los cuatro carritos de dos pisos no cesaban de volcar su carga de pimientos al horno, tencas escabechadas, queso de cabra con pimienta, anchoas con salsa roja y verde, calabacines y tomates rellenos, tortillones campestres y cortezas de tocino ya frías…

Frutero y Luccentini.

Los autores de esta historia pertenecen a estos escasos tándems literarios, es decir, dos escritores en uno o una obra de dos escritores, en este caso, Carolo Fruttero y Franco Lucentini. Se ha dicho que es la mejor novela que tiene por escenario la ciudad de Turín, la antigua capital del Piamonte.

Vemos ahora la receta: Lavamos seis calabacines y los partimos a lo largo. Ponemos una cazuela sal el agua suficiente y cuando ésta hierve, metemos los calabacines y al dar un nuevo hervor, los dejamos en cocción un cuarto de hora más. Los vaciamos de la pulpa central. Ponemos cincuenta gramos de pan rallado en la leche contenida en un vaso. Seguidamente pelamos y picamos una cebolla y la rehogamos en tres cucharadas de aceite. Picamos un cuarto de kilo de jamón y una cucharada de perejil rallado, la miga de pan escurrida, la cebolla, un huevo batido, cincuenta gramos de queso rallado, sal y pimienta. Con esta mezcla rellenamos los calabacines para colocarlos en una fuente untada con mantequilla. Se harán en el horno durante media hora.