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Miquel dels Sants Oliver (Campanet, 1864-Barcelona, 1920), escritor y periodista, dedicó un poema a la emperatriz de Austria-Hungría en uno de los dos viajes que ésta hizo a Mallorca. Ya desde su época juvenil colaboró en la prensa mallorquina. Se le considera adscrito al movimiento renacentista del siglo XIX y fue director de varios periódicos. En aquellos días se cultivaba en Mallorca la fraula o fresón ‘Fragaria virginiana’, en general reducida a la jardinería de fincas y casas señoriales, no dándose silvestre en nuestros bosques.

Abundaba, en cambio, en la mayoría de los bosques europeos y era uno de los pasatiempos preferidos de la que fuera emperatriz de Austria-Hungría, Isabel de Baviera, en sus excursiones alpinas, llenar cestas de esa, su fruta preferida por su naturaleza roja, suculenta y fragante, es decir, agradable a los sentidos. Según se cuenta, sintiendo las damas de compañía la nostalgia de su señora por los bosques de su región natal, le preparaban en primavera y verano baños de zumo de fresas, ya que éstas tienen propiedades cosméticas y medicinales. Recordemos, ahora, que la emperatriz era tía del Archiduque Luis Salvador, propietario de Miramar. Así pues. ‘Sissí’, deseando conocer la Isla, vino en su yate que fondeó en la ensenada de Sa Foradada, junto al Nixe, y pasó algunos días junto a su sobrino, buscando alivio al dolor ocasionado por la trágica muerte de su hijo Rodolfo.

Finalmente, aplicando las cualidades de la fresa a la cocina, tomemos nota de una receta, entre las más tradicionales. Es la torta para cuya preparación se tamizan 225 gramos de harina junto con dos cucharaditas de levadura en polvo y una pizca de sal. Se le incorporan 60 gramos de mantequilla desmigada y 60 de azúcar, trabajándolo todo hasta conseguir una masa suave que colocamos sobre una tabla. La dividimos en dos partes y cada una se coloca sobre un molde engrasado de unos 20 centímetros de alto. Cocemos ambas en el horno durante unos veinte minutos y a unos doscientos grados. Troceamos 300 gramos de fresas limpias y sin corazón y las colocamos sobre una de las partes de la masa, poniendo la otra encima de ésta. Adornamos la capa superior con medio decilitro de nata batida.