Pato al vino

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«Al alba, en la plazuela, el mercado rural, riente y animado, gozoso y multicolor, confusamente y algo de desorden, instalando sus puestos en los lugares de costumbre, con sus quesos, sus frutas, su miel y sus cestas de huevos. Y sobre la tina por donde corre el agua, el pescado de plata clara que un áspero olor revela. Milena, llevando a su hija Lida de mano, se abre paso entre la gente. Al final, Milena escoge algunas frutas y legumbres, todo lo cual añade un pato vivo de bellas plumas. La pequeña Lida aplaude cuando su madre, para contentarla, la deja llevar la compra. Ella siente la carga en sus brazos, pero orgullosa, sin quejarse, sigue adelante, mientras el pato, discordante prisionero, grazna y consigue sacar su pico amarillo por un agujero de la cesta».

Este fragmento de texto pertenece a la novela Los bordes del vaso, de Albert Samain (Lille,1858-Magny-les-Hameaux, 1900), el cual a partir de 1890 sintió la influencia de Baudelaire y donde no falta la simbología del vino como espíritu de la propia tierra. Su reconocimiento literario llegó con su obra El jardín del príncipe, en 1893. Cofundador de la revista Mercure de France, estuvo muy presente en los movimientos culturales de la época. La tuberculosis truncó su producción a los 42 años.

Sigamos ahora los pasos de la pequeña Lida en la cocina de su madre, cuando debió ver en la mesa al ave que hubiera podido ser su mascota. Es decir, el famoso ‘pato al vino y las finas hierbas’ y que podemos preparar del siguiente modo: Cuarteamos el pato y lo salpimentamos ligeramente. Luego preparamos una cazuela al fuego con buen aceite de oliva y doramos la carne. Sacamos después los cuartos y en su lugar ponemos dos puerros picados y una cucharada sopera con una mezcla de ajedrea, cilantro y eneldo. Cuando veamos que los puerros transparentan, metemos de nuevo la carne en la cazuela con todo lo demás y lo regamos con medio litro de vino tinto y un vaso de caldo de pollo. Tapamos la cazuela y dejamos cocer su contenido a lo largo de hora y media a fuego moderado. Ponemos la carne en una fuente y la cubrimos, para ser servida, bien cubierta con la salsa obtenida.