Betty Mac Donald y unos huevos rancheros.

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Fue uno de esos libros especiales y primerizos que se convierten en un bestseller novelístico y una película con gran éxito de público y crítica. Su autora Betty Mac Donald, su título: El huevo y yo y su argumento, la vida en una granja que se proyecta desde el saber popular de carácter universal, historia desenfadada lejos del frenesí atolondrante de la gran ciudad en 1947. El periódico Chicago Tribune, que contiene un humorismo aturdidor, y el Boston Post comentaban que «con sus deberes de avicultora, Betty Mac Donald puede, con todo su derecho, glorificarse de haber divertido al mundo entero».

Y ella escribía, en tan curioso libro, sus aventuras campesinas ante un gallinero donde los huevos eran el regalo de cada día: «El suelo estaba acolchado con unos diez centímetros de paja limpia y seca; y las gallinas cantaban, se limpiaban las plumas con el pico, tomaban baños de polvareda, se picoteaban ligeramente, saltaban sobre las perchas, comían engrudo de salvado y hacían un ruidito que me avisaba de la puesta de su huevo. Y manifestaban con ello su alegría de vivir… Y enseguida, yo, recogía los huevos siempre y cuando ellas quisieran apartarse de su nido, aunque la complacencia no era una de sus virtudes. Esos huevos que eran como una fiesta de Pascua continuada… En el momento de recoger los huevos, cada nido, se mostraba sólidamente plantado y la que lo ocupaba me enseñaba el pico para desafiarme…».

Quizá sea oportuno en esta ocasión dar con una de las recetas de los huevos rancheros que simbolizarían claramente aquel espíritu gastronómico de la ingeniosa Betty, eso entre otras muchas comestibles y viandas que aparecen en sus tres centenares de páginas. Hela aquí: Preparamos una sartén con cinco cucharadas soperas de aceite de oliva y a fuego lento, doramos cuatro lonchas de pechuga de pollo que previamente hemos cortado en trozos o dados. Seguidamente batimos media docena de huevos en el cuenco apropiado y les añadimos sal, pimienta molida y un pequeño manojo de perejil desmenuzado. Luego, le añadimos dos cebollinos cortados en rodajas. Vertemos esta mezcla en la sartén, junto con la pechuga y dejamos que los huevos cuajen debidamente, bien espesado y en su punto de cocción, siempre a fuego moderado. Lo serviremos bien caliente.