El arcipreste de Hita y las habas del mur de Monferrando

Se ha dicho que uno de los aspectos más interesantes de Juan Ruiz es la unión de recursos lingüísticos cultos y populares formando un entretejido de capacidad verbal para reflejar los registros filológicos de su tiempo, además de reflejar un meritorio realismo y mucho sentido del humor. El vocablo ‘mur’ podría ser de raíz germánica como el inglés mouse o el alemán maus. En el cuento citado podemos leer: ‘Prefiero roer habas muy seguro y en paz que comer mil manjares molesto y sin solaz’ o cuando dice: ‘Más valen en convento las sardinas saladas que perder la mi alma con perdices asadas’ o también ‘Un ratón muy barbudo le recibió en su cava, convidóle a comer, ofreciéndole un haba’. O luego: ‘Tú tienes casa grande, mas ¡hay mucha compaña! ;/ comes buenas comidas y ¡Esto es lo que te engaña!;/ mejor es mi pobreza en segura cabaña,/ porque mal pisa el hombre y el gato mal araña’. Y si bien se habla de queso, tocino fresco, enjundias y pan cocido, las habas predominan sobre todo lo demás.

Veamos cómo las cocinaban en aquel tiempo: Ponemos una cazuela con aceite al fuego y cuando esté caliente se añade, muy pelado y picado una cebolla, un poco de perejil fresco, dos dientes de ajo y un nabo.Tapamos la cazuela y en cuanto su contenido toma color se le incorporan tres kilos de habas tiernas y desgranadas y cien gramos de jamón de guisar cortado en dados. Dejamos que se vaya haciendo poco a poco a fuego moderado, no sin antes verter en la misma una taza de agua y salpimentarlo. Cuando veamos a las habas lo suficientemente hechas, espesamos la salsa con dos cucharadas de pan rallado.