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Estamos tan acostumbrados a comer pasta con salsa boloñesa, albóndigas en salsa de tomate u otros tipos de carne, que olvidamos las pastas con pescado y marisco, una verdadera riqueza. Italia tiene una costa de más de 7.500 km, por lo tanto su mar también es un tesoro y su recetario repleto de platos suculentos, notables por su sencillez. Un plato de pasta con cualquier pescado o marisco suele salir bastante caro en un restaurante, pero las recetas caseras entran dentro del presupuesto semanal.

Para meterse en este tipo de cocina de la manera más económica, hay pescados como raya, caballa, jurel, sardinas frescas o saldas, pescadilla y salmón o trucha de granja. Los pescados blancos son más bien para días señalados. También en casa se puede cocinar pasta con marisco, pero las posibilidades están mucho más restringidas. Los mejillones siempre van a buen precio y a veces hay almejas a 10 euros, más a menos. Otro marisco, y uno que el público tiende a ignorar, es la galera, conocida como praying prawn (gamba religiosa) en Inglaterra. Un par de veces he hecho spaghettini con aceite de oliva virgen extra o mantequilla, ajos bien picados, perejil y la carne de bígaros. Es un plato muy sabroso, pero sacar el bígaro de su concha con un alfiler es un fastidio de los grandes. Pero también se puede permitirlo en días señalados, porque está lleno de sabor y no lo encontraremos nunca en un restaurante.

En los restaurantes italianos de la Isla veremos platos de almejas con el nombre de spaghetti alle vongole. Pueden ser de dos tipos: blanco o rojo, porque el rojo lleva tomates y el otro no. Un vongole blanco se hace sofriendo cebolla tierna y ajo picado con verduritas como espárragos blancos o verdes y apio, luego añadiendo los spaghetti al dente. Se abre las almejas aparte y se mezclan bien con los otros ingredientes, con algo de su caldo, hilillos de aceite o trocitos de mantequilla y perejil picado. El vongole rojo se consigue añadiendo una salsa de tomate fresca al sofrito.Tengo recuerdos buenísimos de mejillones con fettuccine y una salsa de tomates frescos, hecha con mucho aceite de oliva virgen extra y nada más, excepto perejil (mucho) y ajo picado (poco). Las galeras son muy blandas y es mejor cocerlas en salsa de tomate sin pelar durante solo cuatro o cinco minutos. Como siempre con pastas con pescado o marisco, los italianos no emplean parmesano rallado, para no matar los sabores marineros.