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Entre las pastas consumidas en nuestras mesas navideñas, una de las más arraigadas son las llamadas Coques bambes. Son una pasta de fórmula altamente sencilla. Están compuestas por harina, huevos, azúcar y aceite o manteca y algunos añaden una cucharadita de sal. El resultado de la oportuna combinación de dichos ingredientes en las proporciones adecuadas es uno de nuestros quemuiars más legendarios. Son de masa delicada, textura ligera y muy esponjosa, pero firme, con un alveolado pequeño y fino. Seguramente la ligereza de su consistencia es la que les ha proporcionado su nombre. Procedería de la acepción de dicho vocablo que designa a algo hinchado y vacío o hueco, más que con la que identifica a una persona algo tonta y de entendimiento limitado.

Forman parte de nuestros bizcochos dulces locales, como mínimo, desde la segunda mitad el siglo XVII, aunque para entonces no eran tan navideñas como ahora. En esas fechas eran un producto prestigioso y propio de celebraciones de cierto relieve. Así lo sugiere que figuren en el festejo público con que Gabriel de Berga agasajó a la población palmesana con motivo de la elección de Rafael Cotoner como Gran Maestre de la Soberana Orden de Malta en 1660. Su consumo en esas fechas estaba también extendido entre la comunidad xueta. Así lo reflejan las declaraciones procesales de Ana Cortés durante sus comparecencias ante el justificadamente temido tribunal de la Inquisición mallorquina, realizadas entre 1677 y 1678. Su prestigio y aceptación no cabe duda que debieron conservarse, e incluso acrecentarse, ya que son uno de los quemullars servidos de manera habitual en diversos banquetes de bodas de la aristocracia mallorquina entre 1729 y 1731. En esas ocasiones son el complemento habitual de helados, por aquellas fechas denominados aygos gelades. Son los complementos prescritos para acompañar un aigo de canyella, otra de llimona o una aygo de orxata.

Su presencia en nuestros recetarios, podemos remontarla a los más antiguos de nuestros textos culinarios impresos. El más antiguo de ellos, la conocida recopilación hecha por Pere d’Alcàntara Penya i Nicolau (1803-1906) impresa por primera vez en 1886, recoge dos de sus recetas: las cocas bambas comunes y las coques bambes fines. Sendas recetas de la misma figuran en otros dos de estos antiguos tratados: Cuina popular de Mallorca y La cuinera práctique. Su manifiesta divulgación en nuestra cocina tradicional, la atestigua, asimismo, la existencia de otra receta con esa denominación, en un par de libretas de cocina local del siglo XIX. Siguen siendo unas de las más características de nuestras Navidades como habituales acompañantes de otros postres de estas fechas, tales como el turrón o la llet d’ametla de Santa Maria.