Juanito con la paella 270.401. | Andrés Valente

TW
2

La vida da muchas vueltas pero también, a veces, parece que se queda estancada en el mismo sitio. Tenía esta impresión la semana pasada cuando pasé por Can Juanito, en Avda. Joan Miró 20 (Tel:971-730013) después de una ausencia de 12 años. La entrada era como siempre, con la pizarra apoyada contra una pared alistando una decena de platos del día. La barra no había cambiado en nada, y mostraba sus tapas tradicionales listas para emplatar o calentar. Y pude ver a Isma, el hijo de Juanito, volando entre la terraza y la barra. Como siempre. Había calculado que Juanito se debería haber jubilado hace al menos 10 años y no esperaba verle por ahí. Pero cuando me acerqué a la puerta de la cocina ahí estaba vestido de blanco, con un delantal corto y negro. Como siempre. La única pequeña diferencia es que ya lleva gafas, una barba y cejas blancas, y un aire de filósofo sabio que no tenía antes.

«Hombre, tú eres como yo», le dije, «sigues trabajando». «Y qué voy a hacer, si no», contestó. Pues, lo que hace es levantarse a las seis y media de la mañana para estar a las ocho y media al pie del fogón habiendo ido al mercado para comprar para los ocho o 10 platos de la pizarra. Un cambio en su día laboral es que ya no hace el turno de la cena. Cuando se van los últimos clientes del mediodía, que puede ser a las seis de la tarde (las sobremesas de Can Juanito a veces son largas y extendidas), Juanito ya está sentado en casa y no se pone en marcha hasta la mañana siguiente a las seis y media. Ve los partidos de fútbol en la tele, pero se queja de que no son tan buenos como antes. Que Juanito ya no hace el turno de la cena, significa que sus memorables paellas, entre las mejores de la Isla, ya sólo se sirven al mediodía. E incluyen las individuales (€19). Como siempre. Aunque Juanito es especialista en este plato, solo hace dos tipos: la mixta y una con carne y verdura. Y ningún cliente se queja, porque tanto una como la otra son deliciosas.

La paella individual antes del ataque.
Noticias relacionadas

Can Juanito siempre me ha parecido un bistro al mejor estilo parisino: un negocio familiar, buenísima comida, precios sensatos, platos más bien de pizarra que de carta y un toque muy especial e importante, Juanito sale al comedor para saludar a los clientes (nuevos y conocidos), decir lo que hay del día y tomar la comanda. A sus 77 años sigue atendiendo a cada mesa personalmente. Como siempre. Ya no hay cocineros así. En todas mis visitas a Can Juanito siempre he pedido un entrante y una paella individual y seguramente hay otros que no pasen por ahí sin pedir la especialidad de la casa. Le he preguntado si tiene idea de cuántas paellas ha hecho en los 26 años desde que inauguró el restaurante, y Juanito dijo que nunca había sacado la cuenta. Pues, con un trocito de papel y un bolígrafo hemos hecho números redondos, siempre tirando a mínimos, y resulta que Juanito ha cocinado 270.400 raciones en ese tiempo.

La paella emplatada… y sobraba para repetir.

Y ¿cómo fue nuestra paella número 270.401? Pues, memorable, ¿cómo va a ser, si no? Es de Juanito. Siempre ha sido generoso con sus paellas individuales pero esta vez, como se puede ver en la foto, nos entregó una paella individual con algo más de lo normal de arroz y tropezones. Fue más bien la paella número 270.401 y medio. El arroz, como siempre, estaba perfectamente al dente y con su eterno toque de suculencia. Juanito no va de arroces secos a los que falte sabor. Entre los tropezones hay trocitos de magro de cerdo, pollo, calamar, langostinos, almejas, mejillones, coliflor, judías verdes y láminas de alcachofa. Y todo, no solamente el arroz, en su punto. En fin, otra paella memorable. No tardaré otros 12 años en volver. Más bien será antes de las 12 semanas para probar otros platos de la pizarra que Juanito guisa a primera hora de la mañana. Ah, casi he olvidado decir que esa paella individual de Juanito valía un 10. Como siempre.