TW
0

Una guarnición habitual para los asados son las patatas que, colocadas en forma de cama bajo el pollo o la porcelleta, se cuecen en los mismos jugos de la carne.

En caso de que nos sobren, una solución rápida es saltearlas con un poco de aceite en la sartén y si las acompañamos con otras verduras, como por ejemplo, unas espinacas, constituirán por si mismas un buen entrante o incluso un plato único.

Para dar un poco más de consistencia al plato, podemos aprovechar para añadir unas mollitas de ese mismo asado en caso de que también haya sobrado, o bien aprovechar esa puntita de jamón o de butifarrón que ronda por la nevera.

Preparar este plato no nos llevará más de quince minutos y el resultado es más que aparente.

Ingredientes

  • Las patatas sobrantes de un asado
  • Un manojo de espinacas
  • 2 dientes de ajo
  • 2 aritos de guindilla
  • Sal

Así, pelamos los dientes de ajo y los fileteamos. Los disponemos en una sartén con una cucharada de aceite de oliva virgen y los aritos de guindilla si nos gusta el picante. Lo sofreímos a fuego medio y, cuando comience a dorarse el ajo, agregamos las patatas -en caso que sean trozos muy grandes las habremos cortado en piezas más reducidas- y subimos el fuego, al tiempo que removemos con una cuchara de madera. A continuación, añadimos un manojo de espinacas (unos 200g si las utilizamos congeladas y sin descongelar) previamente lavadas y a las que habremos quitado los troncos más gruesos.

Seguimos removiendo y, cuando comiencen a pocharse, será el momento de incorporar el butifarrón o el jamón cortado a daditos. Removemos bien y salpimentamos al gusto.

En caso de optar por las mollitas de asado, las sofreiremos junto con las patatas, antes de añadir las espinacas, ya que el sabor es más ligero que el del jamón o el butifarrón, a los que bastará un paso más breve por el fuego para aromatizar las patatas y espinacas sin llegar a disfrazar su sabor.

Por otra parte, si hemos servido solo la carne del asado, no está de más aprovechar los huesos y los jugos para obtener un delicioso caldo que nos puede servir para hacer una sabrosa sopa o de base para hacer un arroz seco, ya que el paso por el horno le confiere un sabor muy apreciado.