Olvídate de calefacción y radiadores caros con este truco. | Freepik

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Con la llegada del invierno y el descenso de las temperaturas, mantener el hogar cálido se convierte en una prioridad. Sin embargo, el aumento de los costos energéticos impulsa la búsqueda de soluciones más económicas y sostenibles. En este contexto, existe un método sencillo y asequible para mejorar la eficiencia térmica de las viviendas: el uso de plástico de burbujas como aislante en las ventanas.

Las ventanas son puntos críticos de pérdida de calor en una vivienda, especialmente si carecen de un adecuado aislamiento. El plástico de burbujas, comúnmente utilizado en embalajes, posee propiedades aislantes gracias al aire contenido en sus burbujas, lo que lo convierte en una barrera efectiva contra el frío. Este material es económico y fácil de adquirir, con un costo que no supera los dos euros, lo que lo hace accesible para la mayoría de los hogares.

La aplicación de este método es sencilla y no requiere herramientas especializadas. Primero, se debe limpiar la superficie de la ventana para asegurar una adhesión óptima. A continuación, se corta el plástico de burbujas al tamaño del cristal y se humedece ligeramente la cara lisa del plástico con agua. Luego, se coloca el lado húmedo sobre el vidrio, presionando suavemente para que quede bien adherido. Las burbujas deben quedar orientadas hacia el exterior, creando una capa aislante que reduce la transferencia de calor.

Este sistema de aislamiento temporal es especialmente útil en ventanas de un solo vidrio o en aquellas que no cuentan con doble acristalamiento. Además de su bajo costo, el plástico de burbujas permite el paso de la luz natural, evitando la sensación de encierro y manteniendo la luminosidad en el interior de la vivienda. Aunque puede afectar ligeramente la visibilidad hacia el exterior, este inconveniente se ve compensado por la mejora en el confort térmico y la reducción en el consumo energético.

Es importante destacar que este método no sustituye a un aislamiento profesional, pero sí representa una solución provisional efectiva para disminuir la pérdida de calor y, por ende, la necesidad de utilizar sistemas de calefacción de alto consumo. Además, su instalación y remoción son rápidas y no dañan las superficies de las ventanas, lo que permite adaptarse a las condiciones climáticas de cada temporada.