Imagen de anacardos, uno de los frutos secos más populares. | JCOMP

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El anacardo es uno de los frutos secos más conocidos. Es un multivitamínico en potencia, de ahí su gran valor nutricional. A pesar de que el 50 % de su composición son grasas, son de buena calidad y saludables, por lo que es considerado como uno de los frutos secos saludables para el colesterol. Pero lo que mucha gente no sabe es que, aunque creamos que comemos anacardos crudos, la realidad es que se han sometido a un procesado previo necesario para asegurar que se puedan consumir.

Los anacardos crecen en los árboles de la especie Anacardium occidentale, la misma que la hiedra; por tanto, lo que consumimos en realidad es el fruto de dicha especie arbórea, o más concretamente los extremos de la fruta del anacardo, dado que el fruto seco como tal crece dentro de las cáscaras grises de esta fruta. Los anacardos contienen una alta concentración de urushiol, sobre todo en la cáscara, que es potencialmente mortal, y pueden llegar a causar quemaduras, picazón y hasta ampollas.

Por este motivo, el procesado pasa por tostarlos (ya sea al sol o con métodos industriales). Así se les elimina gran parte del urushiol (aunque no todo). Después se les quita la cáscara, se secan a conciencia y se pelan. Una vez el proceso de manufacturación está a punto de acabar, se vuelven a tostar una segunda vez con el objetivo de darles algo más de sabor y también para eliminar el urushiol que pueda quedar en los frutos, que es muy sensible al calor y se descompone.

Hay que dejar claro que este fruto seco comercializado, y que encontramos en nuestro supermercado, es seguro para el consumo humano, dado que siempre se tuestan de diferentes formas a una alta temperatura para eliminar cualquier rastro de urushiol que pueda quedar en su cáscara. Así que no se preocupen y coman anacardos sin miedo alguno.