Productos para hacer una mascarilla facial casera. | ILONA SHOROKHOVA

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La polémica está servida, ¿es mejor una mascarilla natural o una mascarilla química? La cuarentena ha dado vida a una tendencia en la que los tratamientos faciales hechos con productos naturales son los protagonistas. Ahora bien, lo que parece un ahorro puede llegar a ser un grave error a la hora de tratar la piel. La clave, como siempre, se encuentra en desarrollar el equilibrio perfecto entre ciencia y naturaleza.

Lo primero que hay que tener en diferencia de los productos de belleza que han sido especialmente formulados para aplicarse sobre la piel, los productos caseros no cuentan con conservantes. El pepino o la manzana tienen ingredientes específicos muy beneficiosos que pensamos que pueden formar parte de una mascarilla, pero se oxidan fácilmente y pueden llegar a causar daños irreversibles en la piel.

Por ejemplo, el limón o la naranja pueden modificar el pH de la piel, lo que alteraría su función 'barrera'. Las pieles sensibles, rosáceas o con brotes de acné, podrían sufrir irritaciones indeseadas si aplicamos productos caseros que no tienen ningún tipo de control. Además, al tratarse de productos que hemos sacado de la nevera, es probable que lleven consigo alguna que otra bacteria que más tarde estaríamos aplicando en nuestra piel. Aviso para navegantes: no se pueden comparar las condiciones higiénicas que hay en un laboratorio con la de la cocina de casa.

Otro ejemplo que se hace utiliza mal. Proliferan las mascarillas caseras con azúcar para realizar una exfoliación mecánica, pero siempre es importante utilizar exfoliantes físicos que hayan sido perfectamente esferificados. La utilización de azúcares o sales puede dañar la piel, ya que tienen aristas que pueden crear arañazos microscópicos o heridas.