Los elementos arquitectónicos de la estancia aportan el movimiento y el interés visual que podría faltar con tanto blanco. | Archivo

TW
0

Los escandinavos, que sufren una intensa falta de luz natural en sus países, inventaron ese estilo decorativo tan apetecible que solemos llamar «nórdico». En él predomina el color blanco en techos, paredes, suelos y muebles y apenas se permite introducir un puntito breve de color a través de maderas naturales de tonos claros, como el haya.

Durante años ha estado muy de moda y deja claro que hay una forma sencilla de añadir luminosidad a una estancia oscura: el color blanco. Especialmente ahora que existe una amplísima gama de blancos a la hora de escoger la pintura y las telas de las tapicerías. ¿Queremos una habitación completamente blanca?

Corremos el riesgo de que parezca la celda austera y pobre de un monje cartujo. ¿Qué hacer para añadirle interés y riqueza? Jugaremos con los detalles. Una opción es añadir algún mueble de madera clara y de calidad. Las texturas, las molduras, los techos abovedados, las grandes ventanas, los zócalos altos... son elementos que añadirán interés decorativo a la habitación. A nivel de accesorios no podemos olvidar el poder decorativo de las plantas, los espejos, las alfombras, los cuadros o fotografías y las lámparas.

El minimalismo más extremo en un cuarto de baño. Blanco y cristal.

Las lámparas de fibras y el suelo de madera clara añaden calidez.

El parquet y algunos accesorios ponen la nota de color.

El gran ventanal aporta la luz que queda amplificada por el blanco.

En este dormitorio solo se ha permitido un toque de color muy tenue en el suelo, las cortinas y los taburetes.