Antaño, tras esquilar las ovejas, la lana tenía una gran aceptación en el mercado ya que se usaba para muchos menesteres domésticos, como la elaboración de colchones. Desde hace años ya no se usa para ello y la lana dejó de ser apreciada para ser despreciada. De hecho, además de no tener valor era un quebradero de cabeza qué hacer con ella.
Ahora, con la agricultura ecológica vuelve a tener un uso, agrícola, como barrera natural contras las plagas terrestres, para compostaje, para yacija para la ganadería, para encojinado para los árboles y hortaliza, como sustrato para planteles o como base de enterramiento de residuos animales, entre otros usos.
Mallorca Rural, con el apoyo técnico de APAEMA junto con el Servicio de Ganadería del Govern han ido elaborando una guía de buenas prácticas de los aprovechamientos agrícolas de la lana en las explotaciones.
Como ejemplo, en árboles jóvenes, se coloca un mechón de lana en el tronco. «Esta técnica tan sencilla como efectiva sirve para proteger los árboles de plagas terrestres como hormigas, caracoles y escarabajos. Se coloca un mechón de lana bien estrecho en la base y a media altura del tronco. La textura enredada de la lana actúa como barrera física: los insectos y moluscos quedan atrapados y no pueden acceder a las hojas. Además, la grasa natural de la lana cruda (lanolina) aumenta su efecto repelente», explica la veterinaria de APAEMA, Magdalena Adrover.
Otro caso de su uso es como yacija. «Proporciona un suelo cómodo para animales a la vez que se va degradando lentamente. La lana se esparce de forma homogénea en el suelo del establo, posteriormente se va añadiendo paja encima a medida que la cama se ensucia de estiércol y orina de los animales, transformándose en unos meses en compostaje», comenta Adrover.
También es muy común su uso para acolchados para los árboles y huerta. Desde APAEMA indican que «esta técnica es una muy buena alternativa de aprovechamiento de la lana, ya que no necesita ningún tratamiento previo y: mejora la termoregulación del suelo, conserva la humedad, dificulta el crecimiento de plantas adventicias, repele microfauna terrestre que puede atacar a los cultivos o actúa como fertilizante de liberación lenta a medida que se va desintegrando».
Incluso sirve como sustrato para planteles, sustituyendo o complementando los sustratos convencionales por lana, aportando la estructura necesaria, humedad y nutrientes. «Aporta beneficios similares al acolchado respecto a termoregulación, conservación de humedad y aporte de nutrientes, a la vez que sirve de amortiguador del estrés de la planta en el momento de trasplantarla», explica la veterinaria de la asociación.
De esta manera, junto con los usos textiles ecológicos que alguna empresa de la Isla también ha puesto en marcha, la lana vuelve a tener un uso, un valor agrícola importante y deja de ser un simple residuo.
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