«Las calabazas no hay que regarlas hasta después de Sant Joan»

Miquel Cloquell ha sido campeón del concurso de calabazas de Muro en diez ocasiones y ahora enseña a otros vecinos los secretos de su cultivo

TW
0

Miquel Cloquell, de ca sa Creu (Muro, 1951) ha sido agricultor durante toda su vida. Primero como oficio, cultivando rabanitos, borratxons (coles), lechugas y verdura en general que distribuía en los mercados de Mallora a través de Mercapalma. Las calabazas no despertaron su interés hasta 2010, cuando la feria de otoño de Muro se convirtió en monotemática sobre esta cucurbitácea y llegaron al municipio las primeras semillas de variedades gigantes procedentes de Catalunya.

«Me impactaron, estas calabazas gigantes que no se suelen ver por Mallorca, nos repartieron semillas y ya nunca he dejado de cultivarlas, más aún desde que estoy jubilado», explica Cloquell. Y no se le ha dado nada mal, pues ha sido el campeón del concurso de calabazas de la Fira de Tardor de Muro durante diez años, hasta que ha dejado de presentarse para fomentar la participación de otros concursantes. «La más grande que he logrado fue en 2016 y pesó 528 kilos», recuerda.

Desde hace dos años, junto con otros compañeros que también han triunfado en este peculiar concurso, enseña a otros vecinos sus conocimientos sobre el cultivo de calabazas en un solar que el Ajuntament de Muro ha puesto a disposición de quienes quieran participar y no tengan un lugar donde plantar hortalizas de semejante tamaño. Una de las dificultades para cultivarlas es cómo moverlas cuando sea necesario transportarlas. «Ya cuando son manejables las coloco sobre un palé, y va creciendo encima, de modo que luego las puedo mover con el tractor». Otro truco que hay que tener en cuenta es que no se pueden plantar en el mismo lugar calabazas gigantes y de variedad local, porque se polinizan entre ellas y se cruzan.

Noticias relacionadas

«Hay que polinizarlas a mano, llevando el polen de la planta macho a la flor de la planta hembra; no es una tarea ardua porque solo plantamos cuatro o cinco». Otra cuestión es el riego. Miquel Cloquell explica que «la calabacera no requiere mucha agua, si se riega demasiado, se muere; hay que empezar a reglaras después de la fiesta de Sant Joan, cuando ya deben pesar alrededor de 50 kilos».

Variedad autóctona

Este año, la plantación para payeses sin experiencia en el solar municipal se ha centrado en la calabaza de variedad autóctona mallorquina, que puede llegar a pesar 140 kilos, según las características recogidas en el catálogo oficial de variedades locales. «El récord en la categoría de calabaza mallorquina lo tiene Bernat Cloquell con una de 70 kilos», explica.

Uno de los trucos que practica es «dejar solo un fruto por cada planta, hay que cortar las ramas terciarias y enterrar las secundarias, junto con abono animal, para que sea alimento para la planta y ésta pueda dar el máximo de volumen a la calabaza». Cloquell ya no trabaja, pero mantiene el contacto con el campo con el orgullo de que su hijo Pedro haya tomado el relevo en el oficio.