Jaume Sureda se dedica en cuerpo y alma a fora vila prácticamente desde que nació. Proviene de una familia payesa y en su finca de Maria de la Salut desde hace años se dedica a la cría de pollos en ecológico. De hecho es uno de los fundadores de APAEMA y uno de los socios que hace unos meses han puesto en marcha la cooperativa que gestiona el matadero de Inca para el sacrificio de aves.
La extensión de la finca le permite que los pollitos y las ‘faraonas’ pasten abiertamente y coman hierba. Cuenta con corrales de una cuarterada de extensión. También cuenta con un ullastrar. «Disponemos de tres corrales para el pollo grande, de 42 días en adelante y dos corrales más de pollo pequeño, de 0 a 42 días. Por donde pastan les voy sembrando una mezcla de cereal con leguminosas, que también es la mezcla que hago para la comida que les pongo en los comederos», explica Jaume.
Todo lo que produce es pollastre vermell, que también es conocido con otros nombres. Pero el problema con el que se encuentran los productores isleños es que lo tienen que comprar muy pequeños en la Península al no haber aquí incubadoras. «Nos encontramos que desaparecía y en Catalunya encontramos que nos lo podían criar, aunque yo ya dudo que sea estrictamente como el de antaño». Por ello, Sureda comenta que «estaría muy bien que hubiese algún productor que tuviera gallinas, que incubara los huevos y nos pasase los pollos, pero nadie pone remedio a ello. La compra de los pollos nos cuesta 300 euros y en transporte en avión 380».
La producción no sería muy complicada; «bastaría que algún joven con ganas de trabajar, que tuviera media cuarterada de tierra –sería suficiente-. Así tendríamos una persona que cuidara de 150 gallinas y yo le compraría los pollos. El que viene de la Península va a 80 céntimos, es verdad, pero yo incluso se lo querría pagar a 1,10 o 1,20 euros, y todavía me saldría 60 céntimos más barato que traerlo de la Península», reflexiona Jaume Sureda.

En su finca suele tener siempre unos 2.000 pollos. «Hay que tener en cuenta que trabajando en ecológico hay muchas bajas. Es un pollo que no toma ningún tipo de medicación y sale fuera a pastar. Si una empresa convencional tiene un 10 % de bajas, aquí fácilmente te vas a u 30 %. Además las temperaturas cambian de un año a otro. Un pollo tiene difícil aguantar una temperatura de 40 grados y les tienes que poner aire acondicionado. Yo, aquí, todavía no lo conozco, con máquina. Lo fabrico sembrando árboles, poniendo goteo o regando para que esté fresco», explica.
De esta manera –comenta- hay que tener en cuenta que «cien huevos no son cien pollitos y que cien pollitos no son cien pollos, y que cuando son grandes, pierdes menos si no hace un calor extremo o lo que sea».
También cría gallina ‘faraonas’, «son las guardianes. Cuando ven el milano o una persona que no conocen se ponen a cantar y los pollos, que ya se han acostumbrado, enseguida se van a cobijar», añade.
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No somos conscientes del valor que tiene esta gente y nos arrepentiremos.