«Los agricultores necesitamos precios dignos, no solo ayudas»

El joven payés Magia Rosselló lleva desde los 16 años trabajando en el campo. Desde bien pequeño sabía que quería dedicarse al mundo rural. Junto a su tío, cultiva hoy unas mil cuarteradas y tiene más de un millar de ovejas, doscientos cerdos y veinte bueyes

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Antes que papá o mamá, Magí Rosselló (Porreres, 1996) pronunció la palabra tractor, algo que ya dejaba intuir cuál era su pasión. Este joven payés, de apenas 29 años, lleva más de diez trabajando en el campo. Tras vivir unos años en Palma con su familia, Magí tomó la decisión de irse hacia el Pla, concretamente a Porreres, donde vivían sus abuelos. Allí vivió en primera persona el mundo rural, puesto que su abuelo también era un apasionado del sector. Aunque no llegó a dedicarse a ello profesionalmente, siempre tuvo relaciona con este mundo y le inculcó a Magí su pasión. «Tras su muerte le prometí que continuaría con su trabajo», recuerda el joven. Al cumplir los 16, empezó a formarse con cursos que se llevan a cabo en cooperativas cercanas a Porreres y, junto a su tío, decidió emprender y continuar el trabajo de su abuelo.

Actualmente, cosecha cerca de mil cuarteradas y tiene más de un millar de ovejas, unos doscientos cerdos y veinte bueyes. «Un payés no lo es ni por el dinero ni por la tranquilidad, puesto que no tiene ninguna de los dos cosas», matiza. Aunque le gusta mucho su trabajo, reconoce que «tienes que trabajar mucho e invertir mucho tiempo para que valga la pena. Nunca sabes a que hora acabarás y eso, de una forma u otra, implica robar tiempo a tu familia o a tus hobbies», reconoce.

En su día a día, Magí cuida a los animales además de ocuparse de la siembra y recogida. En su caso, cultiva cereales y legumbres para alimentar a sus animales (que venden a carnicerías locales) y alfalfa y maíz para vender. «El trabajo de un payés es diferente cada día porque cada día aprendes algo nuevo; sin embargo, cada año es igual. Preparar la tierra, sembrar y recoger», explica Rosselló. Así, apunta a que «tenemos que saber un poco de todo sin saber de nada. Un día tienes un animal enfermo, al otro se te rompe el tractor y debes aplicar conocimientos de mecánica».

Otra de sus pasiones, que viene incluida con su trabajo, es la maquinaria agrícola. En este sentido, Magí ha invertido mucho en este tipo de tecnología que asegura «permiten que una persona sola pueda trabajar mucho en menos tiempo». Sin embargo, reconoce que el coste en inversión es muy alto. «Recuerdo que mi abuelo siempre decía: a mí este tractor me permitió comprar mi casa, los payeses modernos tiene que vender su casa para comprar un tractor».

Rosselló cree que el mundo rural no está perdido y continuará haciendo lo que le gusta «hasta que aguante». Asegura que el trabajo de campo es imprescindible y recuerda que los payeses quieren vivir con orgullo de su trabajo. «Necesitamos precios dignos, no ayudas». En este sentido, cree que se debe apostar por políticas que fomenten el producto local y «menos barco» y recuerda que, «cuando no hay barcos si nos acordamos de los payeses locales».