Todo empezó hace diez años debido a que el cordero no tenía salida en el mercado y pusimos en marcha el proyecto», recuerda el ganadero Jaume Jaume, uno de los impulsores de la marca ‘ME Ecològic de Mallorca’. Fue en este contexto y dentro de la asociación de agricultores ecológicos APAEMA que los ganaderos se organizaron para dar conocer su carne. Diez años después, hacen una valoración muy positiva de la evolución de aquella iniciativa. Su objetivo ha sido y es hacer valer la calidad de la carne pero también explicar la importancia de la ganadería extensiva para mantener el paisaje y hacer posible la transición ecológica.
Un impulso importante para esta iniciativa fue en el año 2015, cuando la cadena hotelera Garden se comprometió a comprar miles de kilos anuales de cordero para servir en sus establecimientos. Desde entonces, el acuerdo se mantiene y es un ejemplo paradigmático de las bondades de la alianza entre el campesinado y el sector hotelero.
Otro hito importante fue el impulso que dieron muchos de estos ganaderos a la creación de la cooperativa Pagesos Ecològics de Mallorca (PEM), que permitió la comercialización conjunta del producto. Fundada en 2017, hoy agrupa a 20 ganaderos y 27 hortelanos.
La marca ‘ME Ecològic de Mallorca’ se hace presente con un sello de tinta alimentaria visible sobre las piezas que se ponen a la venta. Gracias al proyecto, se ha pasado de vender una media de cinco canales de cordero ecológico a la semana, a vender cerca de cuarenta.
Asimismo, si bien en los inicios la mayor parte de la carne se vendía como convencional, sin valorar su singularidad, actualmente el 96% de la carne ya se comercializa como ecológica.
Según la veterinaria Magdalena Adrover, técnica de APAEMA, «la carne de cordero no es buena por el simple hecho de ser ecológica y hemos trabajado mucho para alcanzar la máxima calidad». Los rebaños ecológicos, que se alimentan de pastos, implican un abaratamiento de costes en comparación con aquellos que se alimentan de pienso, el cual debe importarse de la Península. De esta forma este tipo de manejo también ayuda a hacer viable la ganadería insular.
Xavier Ballester, nuevo gerente de la cooperativa PEM, destaca el valor de haber aprendido «a congelar el producto en su mejor momento, cuando el rebaño ha comido los pastos de primavera, y tenerlo disponible para la época de mayor demanda a causa del turismo, en verano. Asimismo, siguiendo la línea de Magdalena Adrover, subraya que «es fundamental llegar al mercado diferenciándonos del producto convencional, presentándolo bien acabado y haciendo valer su calidad»
Para Nofre Fullana, coordinador de APAEMA, «sin ganadería extensiva no hay transición ecológica. La ganadería extensiva hace un trabajo oculto, controlar la hierba en las fincas prescindiendo de maquinaria y generando un estiércol que enriquece el suelo sin tener que importar de la Península abono orgánico. De esta manera contribuye a mantener el paisaje que nos queda hoy en Mallorca».
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