Joan Miquel Monjo (Manacor, 1959) tiene claro que el futuro de la agricultura y la ganadería tal y como la entendemos hoy pende de un hilo. Pese a ello, se esfuerza cada día para servir y asesorar a sus clientes sobre las semillas que mejor rentabilidad le van a proporcionar o el producto fitosanitario que encaja en cada huerto. Su trabajo es, en realidad, una pasión y así también lo demuestra cuando habla pese a las duras críticas que lanza sobre las administraciones públicas y, en concreto, contra la Unión Europea.
Desde que terminó el servicio militar en 1981, Monjo regenta el almacén de Can Beia (en Manacor) donde se dedican a la venta de productos agropecuarios. Hace 44 años cogió las riendas de un negocio que habían montado su padre y su tío a mediados de los años cincuenta del siglo pasado. En aquel entonces, Can Beia se dedicaba a la compra-venta de cereales. «A finales de los 60 y principios de los 70 hubo un ‘boom’ de granjas de cerdos y vacas, y prácticamente el 90 % de lo que se vendía aquí eran piensos para animales», recuerda mientras explica que con la entrada en la Unión Europea esas granjas fueron desapareciendo.
Con el cambio de paradigma, Can Beia también tuvo que adaptarse a los nuevos cambios, pasando de los cereales y los piensos a la venta de semillas y productos fitosanitarios, su principal valor a día de hoy. «El pienso o el cereal supone el 25 % de la venta total de la empresa cuando antes era el 90 %» recuerda mientras explica que ahora el 50 % de las ventas son fitosanitarios y el 25 % restante de semillas.
Con los años Joan Miquel también ha vivido la transformación del campo y así lo recuerda: «Cuando empecé todavía funcionaban las possessions y las almendras o algarrobas eran rentables. Ahora un payés tiene que llevar cuatro o cinco possessions para llegar a final de mes», lamenta. Es más, añade que si bien a Can Beia se acercan personas de todas las edades, de cada vez hay menos agricultores o ganaderos jóvenes. «Los payeses jóvenes tienen 50 años, esto es significativo , no hay relevo», explica mientras confirma que las pequeñas explotaciones de huerto o frutales son rentables, «el problema es que no pueden crecer». «Hacen un producto de calidad, demandando por el mercado, pero que no crecen ya que para hacer producto de calidad autóctono, no pueden incrementar la producción y no pueden poner personal», explica.
Joan Miquel Monjo es muy crítico con los controles impuestos desde la Unión Europea como el polémico registro de gallinas. «Forma parte de la política que lleva a cabo la Unión Europea desde hace años para extinguir la producción agraria. La idea es que todo venga de fuera, que es donde está el negocio. Para los grandes distribuidores, lo ideal sería que la agricultura y la ganadería desaparecieran totalmente. Vamos de camino a ello», lamenta.
«El negocio está en la comida basura. Una gran parte de la hortaliza y la fruta viene de Marruecos que está tratada con productos que aquí están prohibidos desde hace 20 años. Con sueldos mucho más baratos… Las patatas vendrán de Egipto. Los melones y sandías, vienen del Senegal, Brasil y Marruecos. Esas sandías son las mismas que se producen en Murcia o Almería, ya que son los mismos empresarios que las cultivan en Marruecos porque los costes de producción son más bajos», recalca.
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