El vino, en pleno apogeo

Con motivo del Día del Viticultor, se entrega el Premi Vinyòvol a Miquel Adrover

Miquel Adrover se mostró muy agradecido por el galardón recibido

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El cultivo de la viña y la producción de vino en la Isla está en un momento de apogeo. Con motivo del Día del Viticultor, Vi de la Terra Mallorca ha celebrado su gran diada, y los números así lo muestran. El 2024 ha sido un año de crecimiento muy importante para esta entidad, que ha llegado a las 80 bodegas de la isla inscritas y más de 300 viticultores, con una superficie de viñedo de 1.900 hectáreas en producción.

«Ha sido un año primordial para afianzar el camino que ha iniciado Vi de la Terra Mallorca, actualmente Indicación Geográfica Protegida (IGP) con el objetivo de convertirse en Denominación de Origen», comentó la presidenta de la entidad, Magdalena Mesquida durante el acto.

Los viticultores, bodegueros y directivos de Vi de la Terra Mallorca celebrando los éxitos que paso a paso van consiguiendo, durante la asamblea general.

Pero la parte más emotiva de la diada fue la entrega del Premi Vinyòvol -guarda y cultivador de viñas- al payés felanitxer Miquel Adrover Bordoy, Rubio, que ha dedicado gran parte de su vida a la agricultura y ganadería, pero con especial dedicación a la viticultura. Ahora, con 82 años, ya jubilado, sigue ayudando y mirando la tierra con la misma pasión del primer día, aunque son sus hijos los que mantienen viva la tradición familiar.

Hace más de 40 años él y su mujer apostaron por el cultivo de la viña. Arrancó las viñas viejas y sembró plantas jóvenes, con un nuevo enfoque. Realizó una cuidada selección varietal, y junto a variedades foráneas -Syrah, Merlot, Cabernet y Tempranillo- empezó a introducir variedades autóctonas - Premsal, Macabeo, Callet y Mantonegro-, cuando todavía no gozaban del reconocimiento que tienen hoy en día. También estableció un único marco de plantación, apostó por el sistema de espaldera y esto permitió mecanizar las tareas de labrar entre cepa y cepa. Una decisión encaminada a aumentar la calidad de la uva, buscando un rendimiento óptimo; una muestra también de su capacidad de abrazar el cambio, respetando los conocimientos de generaciones pasadas.

Miquel Adrover recuerda que en los inicios de la década de 1980 «era una época que se arrancaban los viñedos y nosotros sembrábamos plantas nuevas. No era demasiado rentable; pagaban para que la arrancásemos para quitar producción y pasado unos años volvieron a pagar para que se volviera a plantar porque faltaba producción; y de esta manera fue evolucionando y mejorando el precio. Lo que posiblemente ahora hemos tocado fondo, cada bodega se ha hecho sus propios viñedos. El tiempo lo dirá».

A modo de anécdota y recuerdo, Adrover, explicó que «incluso arrancamos unas parcelas que nos pagaron más dinero de lo que se pagaba con la condición que no volviéramos a plantar más allí; pero se ve que con el tiempo se llegó a arrancar de más y dieron permiso para volver a plantar allí donde nos habían dicho que no volviéramos a plantar».

Por otra parte, mencionar el estudio científico que se ha impulsado para afianzar la singularidad de los vinos de la IGP, como es la zonificación de viñedos por parte del investigador de la UIB, Jaume Vadell. Se espera que este año 2025 se puedan saber los datos de este estudio.